Editorial


Distrito debe defender espacio público

Cuando estaba construyéndose Transcaribe, se identificó, reubicó e indemnizó al grupo de vendedores informales que llevaba cierto tiempo allí, para que no obstaculizaran la construcción del carril y la estación de la Avenida Venezuela del SITM. Hoy, en pleno funcionamiento, muchos de los vendedores regresaron y otros nuevos pretenden que se les dé el mismo tratamiento de los que fueron desalojados de allí y tenían la confianza legítima del Distrito.

No es sino darse una rodadita por el lugar para ver un mercado en miniatura, donde los vendedores de frutas de todo tipo conviven en medio del caos, con los de revistas y artículos de toda clase, impidiéndole al ciudadano disfrutar con tranquilidad del espacio público y constituyéndose en una dificultad enorme para la operación normal de Transcaribe.

Esto último es evidente porque los vendedores ocupantes del espacio público no solo invadieron las aceras sino que poco a poco han tomaron las calles. Estamos es una ciudad donde el empleo escasea, pero el Distrito no puede estar reubicando e indemnizando vendedores cada vez que a estos se les ocurre ocupar ilegalmente cuanto sitio ven desocupado.

La Avenida Venezuela es un mercado persa, después de ser un sitio amable, donde los ciudadanos podían reposar tranquilamente de las molestias de un intenso calor y el sistema de transporte estaba integrado maravillosamente a los usos urbanos.

El caos y la anarquía regresaron al lugar porque las autoridades dejaron que fuera invadido nuevamente y nunca lo protegieron una vez fue desocupado y permitieron que muchos vendedores se aposentaran allí. Hoy ya no se puede pasar por allí, y en muy poco tiempo esta lugar será una dificultad para el funcionamiento normal de la estación de Transcaribe y de su troncal.

Ha sido culpa del Distrito que los vendedores ocupen nuevamente la Avenida Venezuela porque desde un principio debió proteger ese sitio que representa una parte importante del SITM. No debe tolerar ninguna ocupación del espacio público, porque significaría dejar que los informales hagan lo que quieran con la ciudad. En general, este es uno de los mayores problemas de Cartagena y la única manera de solucionarlo es ejerciendo la autoridad.

Cuanto antes deben reintegrarse las brigadas de espacio público y no debe permitirse que un solo centímetro sea utilizado para desarrollar actividades particulares porque se hizo para el disfrute general. No solo en la Avenida Venezuela hay esta anomalía; en muchos sitios del Centro la situación es igual para molestia de nuestros habitantes y visitantes, y siempre se saca a relucir como excusa el derecho al trabajo para ocupar lo que es patrimonio de todos.

Las autoridades deben apersonarse cuánto antes de reversar este abuso y tener mano dura contra los invasores, antes que la situación se vuelva incontrolable y la ciudad se convierta toda un caótico mercado, hacia donde va a paso firme.

Ha sido culpa del Distrito que los vendedores ocupen nuevamente la Avenida Venezuela porque desde un principio debió proteger ese sitio.

 

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