La vía de 18 km en Barú, que va desde el canal del Dique hasta Punta Iguana, o lo que es lo mismo, hasta el comienzo de Playetas, está abandonada a su suerte.
Además de ser hecha con las mínimas especificaciones, porque se las recortaron repetidamente en contra de las propuestas del concesionario, tampoco previeron quién y con qué recursos la mantendrían.
Hoy esta es una ruta a punto de desintegrarse porque no ha tenido mantenimiento distinto a sellarle algunas grietas que resultaron de que la capa asfáltica cediera un poco porque a esa también le quitaron el espesor que tenía en los planos originales. Así que quedó demasiado estrecha, con pocos hombros y para rematar, está huérfana, porque no es mantenida.
La consecuencia de esto es que los costados de la vía están invadidos por pastos y malezas que ya se treparon al asfalto, y en algunas partes, los vehículos deben correrse hacia el centro de la vía para no pegarse con unas ramas que hace mucho tiempo debieron ser podadas.
Aunque debería hacerlo el Estado, los propietarios tampoco limpian sus frentes, como les convendría hacerlo aunque fuera por interés propio, para valorizar sus predios y por la satisfacción de ser buenos vecinos y ciudadanos. Con los equipos motorizados de hoy, como las guadañas mecánicas, limpiar los frentes de la vía es muy fácil y económico.
La vía entre el Dique y Playetas tiene otro agravante, que son los jóvenes que intentan parar los autos por la fuerza, literalmente, para obligarlos a entrar hacia Playa Blanca.
La otra ruta casi tan abandonada es la de 8 km de longitud que comunica la Vía del Mar con la Cordialidad (entre Las Ramblas y las goteras de Bayunca), y va casi por el mismo camino de abandono de la de Barú, con el agravante que a esta la frecuentan enormes y pesados tractocamiones el efecto de cuyo tránsito por allí ya se nota de manera negativa.
Cerca de algunos ‘box culverts’, ya hay hondonadas, y a pesar de que algunas fueron corregidas estando recién inaugurada la obra, de nuevo están allí las ‘hamacas’ para poner en peligro a los conductores. Y cerca de la desembocadura en la Cordialidad, los camiones pesados hundieron literalmente el asfalto y destruyeron algunos metros de la vía, y nada que la arreglan.
Es hora que las ‘ías’ intervengan para salvaguardar lo que queda de estas dos vías, porque seguir dañándolas es permitir un deterioro patrimonial por omisión o comisión. Es una lástima que se sigan cometiendo atentados como estos contra la propiedad pública y el erario.
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