El anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos de América y Cuba es un paso importante en la historia de este rincón del mundo, no tanto porque se produzcan hechos concretos inmediatos que cambien la realidad de Cuba o de los Estados Unidos, pero sí porque se superó un paradigma de pugnacidad que parecía de piedra, inamovible, y que incluyendo al embargo de Cuba por parte de los EUA, no había dado ninguno de los resultados por el cual se produjo: rendir a Cuba y terminar con la dictadura marxista de los hermanos Castro.
Esta teoría es un fracaso completo y las penalidades causadas las pagó el pueblo cubano y no los hermanos Castro ni la nomenclatura del régimen, que sí han vivido bien y lo siguen haciendo con sus familias, allegados y conmilitones.
Ayer el Boston Globe le recordó al mundo el origen del embargo comercial, que no fue instaurado por un acto ideológico de dignidad y celo democrático, sino porque Fidel Castro le metió ambas manos en los bolsillos a los estadounidenses al expropiar sus propiedades en Cuba, que eran considerables, entre otras cosas, porque los ciudadanos del norte eran dueños de 75% de la tierra arable de la isla, según el Globe, además de muchos otros negocios, incluyendo la telefonía.
A precios de hoy e incluyendo intereses, según la misma fuente, Cuba le debería a los ciudadanos y compañías de los Estados Unidos la friolera de 7 billones de dólares, y una ley (el Helms Burton Act) obligaría a que esta suma fuera cancelada antes de poder levantar el embargo a la isla, acción que depende del Congreso de los Estados Unidos y no del presidente Obama. Así tituló el Globe: “Cuba, nos deben $7 billones”, y su subtítulo decía: “Tras el embargo comercial está un obstáculo enorme y casi olvidado: los reclamos aún activos de compañías americanas” por una deuda de más de 50 años.
No obstante el problema del embargo, ambos gobiernos abrirán embajadas en el país del otro y se espera que se relajen mucho las restricciones para viajar a Cuba, y entre otras cosas, se podrán cuadruplicar las remesas enviadas a la isla por los cubanos exiliados en los Estados Unidos. Es un buen comienzo y si ambos países ponen de su parte seguramente se superarán los obstáculos.
Los hermanos Castro son ya unas reliquias que no durarán mucho más y es probable que un nuevo régimen en Cuba sea más liberal y menos represivo, abriéndole camino a mayores libertades individuales y a la iniciativa particular.
La continuidad del salvavidas del régimen cubano durante los últimos 15 años, el petróleo venezolano, es insostenible por la caída del precio del barril y por la reducción de la producción venezolana dada la destrucción de PDVSA. Sin embargo, el vaticinio de que el régimen venezolano se caerá por su crisis generalizada es un poco aventurado y lo más probable es que aumente la represión mientras los gobernantes se atornillan más en el poder, como hicieron los Castro.
Para la América Latina también es mejor una Cuba con relaciones con los EUA y sobre todo, se aliviará muchísimo el sufrimiento y la miseria del pueblo cubano.
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