Editorial


El agro envejecido

La población rural de Colombia se viene envejeciendo, reveló el Censo Nacional Agropecuario (CNA). Las regiones censadas con mayor índice de envejecimiento son Cundinamarca, Quindío y Bogotá, donde hay 70 personas mayores de 60 años por cada 100 menores de 15 años.

Por otro lado “Perfetti del Corral, director del Dane, resaltó que en cuanto a la población menor a 15 años, el 35,8 % está principalmente en Cauca, Antioquia, Nariño y La Guajira”, lo que también quiere decir que esta zona tiene alta proporción de gente mayor.

También dice el CNA “que un 49,2 % de la población adulta mayor se localizó en Cundinamarca, Antioquia, Nariño, Boyacá y Cauca”.

En general, entonces, se puede decir que la tendencia en el país es a que el promedio de edad de su población rural se incremente. En este último CNA 50,6 % de los hogares tenía personas menores de 15 años, mientras que en el CNA de 2005 este porcentaje era de 64,6%. Y a la inversa, los hogares con adultos mayores en 20014 fueron el 39,5 %, mientras que en 2005 fueron el 30,5%.

La tendencia viene acentuándose y la pregunta obvia es ¿quién va a trabajar en el campo dentro de unos años cuando los que lo hacen hoy ya estén demasiado viejos?

Trabajar el campo requiere un talante especial, sobre todo porque las horas son larguísimas y los trabajos varían según la época del año y las condiciones climáticas. Y por supuesto, además de los horarios largos y a veces imprescindibles, los jornales son con frecuencia miserables.

En el caso de la ganadería, las vacas deben ser ordeñadas todos los días, usualmente muy temprano en la mañana, para que no enfermen de mastitis y de otras dolencias, incluyendo en las fechas más sagradas: Navidad, Año Nuevo, y todas las demás del calendario colombiano, pródigo en días de fiesta.

El desplazamiento forzoso de los campesinos en los años de peor violencia hacia los centros urbanos fue muy duro, y además tuvo la consecuencia de que habituó a los jóvenes a la vida de la ciudad, con energía eléctrica y diversiones mucho más atractivas que la dureza de la vida rural para quienes no tienen la vocación del agro, que son la mayoría de los jóvenes.

Se habla mucho de redistribuir la tierra pero se  hace muy poco para reducir las desigualdades entre la vida urbana y la rural, la única manera para retener la población del campo allí.

Si la salud pública, la energía eléctrica, el agua potable y el alcantarillado suelen ser precarios aún en muchas ciudades, en el campo son casi inexistentes.

Si es verdad que la mala distribución de la tierra es la fuente del conflicto armado en Colombia, al paso que vamos no habrá quién la quiera trabajar.

¿Qué pasará entonces?

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