Editorial


El campanazo de Tierrabomba

Los habitantes de Tierrabomba se aburrieron de la paquidermia estatal y amenazan con no votar en las próximas elecciones presidenciales, así como muchos dejaron de hacerlo en las pasadas elecciones al Congreso.

El enojo de los “tierrabomberos” lo disparó la noticia de que el Gobernador, obligado por las normas, tendría que devolver el dinero que ofreció y destinó para frenar la erosión de la isla frente a Bocagrande, dado que en aquel momento no tuvo el apoyo que requería de algunas entidades claves.

El resultado más reciente del ultimátum de Tierrabomba fue la visita del Concejo de Cartagena a la isla, un acto sensato, enterándose de primera mano de los problemas más apremiantes y de los motivos del disgusto de los isleños. Confiamos en que la visita a Tierrabomba es el principio de muchas  otras a distintos lugares de su jurisdicción.

Los concejales deberían empaparse y apersonarse también de otros problemas de la ciudad, especialmente porque hasta ahora tampoco lo han hecho los congresistas por Bolívar. El departamento y la ciudad necesitan un trabajo en equipo entre el Concejo, la Asamblea, los parlamentarios y el sector privado.

La lucha contra la pobreza, la gran prioridad de Cartagena y de Bolívar, necesita mucha más contundencia y originalidad porque no se mueve a la velocidad necesaria.

Algunos de los demás proyectos importantes que necesitan apoyo de todos los estamentos son: las obras del Canal del Dique, que deben cumplir con muchos requisitos en Atlántico y Bolívar.

Aquí el Dique debe dejar de meterle sedimentos a la bahía de Cartagena, cuyo delta crece con desmesura, amenazando la entrada al puerto, y nadie parece estar muy afanado por lo que ocurre, y también debe dejar de matar los corales del Rosario; se deben hacer las obras que garanticen el suministro de agua a los cuerpos de agua vecinos al Dique y agua potable a los habitantes ribereños; la bocatoma del acueducto de Cartagena no puede quedar a merced de la cuña salina ni de las sequías.

Y fuera del Dique, no solo se debe dragar Bocachica para asegurar la entrada de los barcos de gran capacidad, sino que se debe hacer el canal del Varadero para que no haya congestión a la entrada ni a la salida de la bahía; se necesita el viaducto sobre la ciénaga de la Virgen para completar la doble calzada a Barranquilla; se debe impulsar la doble calzada adicional desde el túnel de Crespo hasta el hotel Caribe; y se debe tratar de garantizar que todos esos proyectos y los que no hayamos mencionado incrementen el empleo local de calidad.

La actitud de Tierrabomba muestra el desencanto no solo de la isla, sino de la mayoría de los colombianos con sus políticos, reflejado en la abstención electoral vergonzosa. Y también hay una hostilidad creciente contra la empresa privada, como lo comentó ayer Rodolfo Segovia en su columna sabatina.

A todo el mundo le conciernen las soluciones a los problemas de la ciudad y de Bolívar, por lo que se requieren esfuerzos mancomunados inmediatos. El campanazo de Tierrabomba no puede ignorarse.

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