Editorial


El Carmen, al fin sin sed

EDITORIAL

04 de julio de 2015 12:00 AM

El Carmen de Bolívar al fin tiene un acueducto de verdad, no uno de los tantos de mentiras que inauguró la politiquería para justificar la plata robada repetidamente a través de los años.

Este, estrenado ayer por el vicepresidente Vargas Lleras; el ministro de Vivienda, Luis Felipe Henao; el gobernador de Bolívar, Juan Carlos Gossaín; y el alcalde de El Carmen, Francisco Vega, aprovechó algunas tuberías de los anteriores, y costó 48 mil millones de pesos invertidos entre el Gobierno nacional, la gobernación de Bolívar y la alcaldía de El Carmen.

El Carmen ahora -¡al fin!-  tendrá agua permanente las 24 horas del día, si no se les da a las autoridades por apagarlo para ahorrar energía, privando a los carmeros del derecho a abrir la llave y encontrar agua cuando les dé la gana, especialmente después de tantos años de engañifas y burlas, incluyendo los del famoso “cartel de los embargos”, ya afortunadamente desmantelado.

En la ceremonia de ayer se anunciaron varios acueductos rurales de la jurisdicción de El Carmen, entre ellos los de Caracolí, Arenas del Sur y El Hobo, además del alcantarillado para El Carmen de Bolívar.

Este aire de progreso que vive El Carmen de Bolívar debería ser contagioso y las obras similares deberían extenderse por toda la zona, especialmente ahora que está garantizada la conclusión de la Transversal de los Montes de María, que estaba en veremos porque la administración de Sucre no había gestionado la parte que le correspondía, falencia que afortunadamente quedó subsanada por la gestión del gobernador de Bolívar a favor de este departamento vecino y hermano. De nada servía una vía que moría poco después de Macayepos cuando tiene que llegar a Chinulito.

Este aire de optimismo por las obras anteriores, que sirven para cambiar la mentalidad derrotista que puede darse con facilidad en esta zona tan sufrida, no se puede dejar opacar por la zozobra que causan los rumores de que hay grupos armados ilegales que volvieron a los Montes de María. Permitirlos no solo sería una derrota, sino una vergüenza para el Gobierno nacional porque necesariamente querría decir que bajó la guardia, negligencia que sería imperdonable después de todo el esfuerzo para limpiarlos de bandidos armados.

Todo el Estado debe multiplicarse en los esfuerzos por determinar si los rumores son ciertos, y si lo fueran, no podría perder un segundo en volver a saturar a los Montes de María con la fuerza indicada para poder asegurar que están limpios de bandidos de cualquier persuasión, o para limpiarlos nuevamente si fuera del caso. La duda no puede persistir ni el Gobierno puede ser indeciso ni mucho menos lento para reaccionar.

Esta clase de rumores, que podrían haber sido sembrados por los enemigos de la legalidad precisamente para desmoralizar el área y la región, son inmensamente dañinos y podrían ser parte de una estrategia para meter miedo de nuevo, el mejor aliado de los ilegales.

La fiesta del agua, de las vías y del progreso de Montes de María  no se puede dejar dañar por unos pocos maleantes.
 

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