Editorial


El carril exclusivo y sus abusos

EL UNIVERSAL

19 de agosto de 2017 12:00 AM

Buena parte del éxito de Transcaribe depende de que su planificación no se vea interrumpida por hechos fortuitos, ya que el atraso en un bus atrasa todo el sistema, causándole grandes inconvenientes a los usuarios. Es decir, a todos los cartageneros, y muy especialmente, a aquellos que no tienen carro y que viven en los barrios periféricos.

En esta edición (ver página 03) contamos cómo las ambulancias se han convertido en grandes abusadoras del carril exclusivo, ya que aunque está concebido para que lo usen, y por un motivo muy importante como es salvar vidas, algunos conductores de estos vehículos se portan como avivatos y se meten al carril con sirena y luces de emergencia encendidas a pesar de no llevar a ningún paciente a bordo.

Esta ‘viveza’ típica de algunos paradigmas torcidos que vemos en el medio le quita credibilidad a las ambulancias que sí usan bien el sistema, y además lo congestionan en caso de que haya una necesidad legítima de usar el carril, como ocurre con las frecuentes emergencias médicas en la ciudad.

Además del abuso del carril exclusivo antes descrito, está el de los ciclistas, que es persistente, como si no se enterasen de las reglas de las vías de Transcaribe. Hay desde los ciclistas diurnos y primitivos, sin casco y con bicicletas básicas,  con actitud de ‘me importa un pito’ en cada pedalazo, hasta los ciclistas deportivos con ciclas sofisticadas que salen por las noches en grandes grupos, especialmente los jueves, que también parecen sentirse autorizados para darse a sí mismos permiso para usar el carril prohibido, y además, no lo usan en fila india, sino que van charlando en grupos que ocupan el ancho de la vía. Estos arriesgan sus vidas de manera irresponsable, y ponen en aprietos a los buses de Transcaribe. A juzgar por sus ciclas e indumentaria suele ser gente con medios económicos superiores al promedio de los habitantes, lo que también hace suponer que deberían tener una mejor educación formal, pero que obviamente no les sirve para portarse con el civismo que les corresponde practicar.

Y luego están los peatones que cruzan por cualquier parte, expuestos no solo a que los atropelle un bus del sistema, sino cualquier otro de los colados en el carril exclusivo: autos particulares, motocicletas, motocarros, las ambulancias legítimas e ilegítimas, entre otros vehículos que tampoco deberían estar allí.
Todo mejoraría si las autoridades pudiesen ejercer la suficiente autoridad para ponerles un tatequieto eficaz a los distintos infractores.

 


 

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