Editorial


El dinero fácil

EL UNIVERSAL

10 de agosto de 2015 12:00 AM

Uno de los países que más drásticamente castiga el tráfico de drogas ilícitas es China, con penas que van desde la cadena perpetua hasta la pena de muerte. Sin embargo, con mucha frecuencia las “mulas” colombianas se arriesgan llevando a ese país la nefasta carga que los introduce en un infierno y en una agonía sin límites por estar en tierra extraña y desconociendo el idioma, lo que dificulta los trámites jurídicos para la defensa de lo que con frecuencia no es defendible.

Eso le pasó hace dos semanas a la modelo paisa Juliana López, acusada de llevar cocaína dentro de un computador portátil y cuyo exnovio fue capturado días más tarde en el Aeropuerto Internacional de Guangzhou Baiyun, provincia de Cantón, presumiblemente por el mismo delito.

El caso de Juliana, una joven de la que todos dicen que es una extraordinaria persona, bondadosa e íntegra, hizo visible el caso de decenas de colombianos que permanecen allí desde hace muchos años esperando juicio, y algunos ya condenados a muerte y con muy pocas esperanzas.

La semana pasada se inició una ofensiva diplomática para repatriar a todos los presos colombianos en cárceles chinas, pero tal gestión tiene muy pocas probabilidades de éxito debido a que los chinos son bastante celosos al defender su legislación contra el narcotráfico y ya hay antecedentes de personas ejecutadas por cometer este delito.

De manera que si los colombianos quieren evitarse semejante tragedia, la única manera de hacerlo es absteniéndose de traficar droga. En China, además, hay escasas circunstancias atenuantes para quienes lo hacen.

Según la Cancillería, 138 colombianos están presos en China, la mayoría acusados de haber intentado ingresar droga. De estos, 11 fueron condenados a cadena perpetua y 12 más a pena de muerte, sentencia que para nueve de ellos está suspendida por dos años, y cuyas familias están esperanzadas en que puedan ser devueltos a Colombia para acabar de cumplir la pena en este país. Porque ir verlos en China es un proceso largo y costoso.

Sorprende que personas con un buen trabajo y cuya situación económica es relativamente buena se arriesguen llevando droga a ese y otros países lejanos, donde las leyes antidrogas son -como deberían ser en todas partes- rigurosas. Tal actitud solo es explicable por la obnubilación del dinero rápido y con muy poco esfuerzo.

Es la terrible herencia de la cultura del narcotráfico en el mundo, que a muchos ha convencido de que pueden enriquecerse sin trabajar dura y esforzadamente, y terminan destruyendo su vida y la de sus familias.

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