Editorial


El Dique y la unión del Caribe

Ayer el gerente del Fondo Adaptación, Iván Mustafá Durán, y el director de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), Luis Fernando Andrade, firmaron “un convenio interadministrativo para realizar la estructuración financiera y contractual del macroproyecto del Canal del Dique”. Esta es una noticia excelente porque aunque falta la financiación, ambas entidades dieron un paso del dicho al hecho, mucho más cercano porque el proyecto está en Fase 3: tiene elaborado hasta el último plano, de los que hay 1500. La licitación debería hacerse a principios de 2018.

Recordemos que este proyecto tiene dos componentes principales: salvaguardar las vidas de los habitantes de los pueblos ribereños del Atlántico y de Bolívar; y evitar la entrada de sedimentos a la bahía de Cartagena, sus cuerpos de agua aledaños, y las islas del Rosario. Para que no entre el lodo se construirán dos esclusas, una en Calamar y otra en Puerto Badel, que tendrán el efecto complementario de mejorar la navegabilidad del canal del Dique, lo que a su vez mejora la competitividad de Cartagena. Es importante recordar que si siguieran entrando los sedimentos y no se hiciera nada, en 8 años la entrada por el canal navegable de Cartagena quedaría obstruida. El canal navegable tiene hoy 1385 metros de ancho, mientras que el delta entre Pasacaballos y el canal navegable, hecho de los sedimentos aportados por la erosión de la cuenca andina del Río Magdalena, donde está el 85% de la gente del país, tiene ya 4213 metros (4 kilómetros y 213 metros), equivalentes al 70 % del ancho total de la bahía. Este sí que es un problema grave, que afortunadamente quedará resuelto al construirse las dos esclusas mencionadas, una de las cuales proporcionará una ñapa: controlará la subida de la cuña salina hacia la bocatoma del acueducto de Cartagena en la estación de Conejos, de Acuacar.

El merengue encima de este ‘pudín’ por el que tanta fuerza han hecho los cartageneros es la fraternidad entre Eduardo Verano, gobernador del Atlántico, y el de Bolívar, Dumek Turbay. Y estamos de acuerdo con el editorial de El Heraldo del 24 de junio, en el aparte que decía: “Para quienes defendemos la integración de la Región Caribe, que Cartagena mejore sus condiciones ambientales y su actividad portuaria no debe ser motivo de recelos. Siempre hemos abogado por que la Costa se convierta en un ‘hub’ turístico y portuario, en el que Barranquilla, Santa Marta y Cartagena –en el caso de los puertos– exploten sus singularidades. El reto es que todos ganemos”.

Nosotros le añadiríamos a ese reto el de comenzar a pensar como una sola ciudad, ya que todas tres crecen hacía alguna de las demás, y algunos intereses que hoy pueden incomodarlas se verán como pequeñeces en muy poco tiempo.

 

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