La urgencia de construir la avenida del Bicentenario entre el Túnel de Crespo y El Laguito no la puede discutir nadie por las razones que todos conocemos: en el sector turístico se puede hablar con más frecuencia de inmovilidad que de movilidad, a pesar de que el contraflujo funciona más o menos bien en condiciones normales, pero colapsa con cualquier imprevisto, como por ejemplo, el oleaje montado sobre las mareas altas de estos días, que le metieron a la avenida Primera de Bocagrande no solo agua, sino arena y piedras arrancadas a los espolones antiguos y a los vestigios del malecón.
Y también se bloquea el trafico con solo decir la palabra vacaciones o la expresión “temporada alta”, cuando la estrechez de las vías se une a la indisciplina de nuestros visitantes, que creen que ser turistas los exime de cumplir con las normas mínimas de tránsito. Todo lo anterior sucede sin que estén inaugurados los nuevos hoteles y megatorres de oficinas y apartamentos que se construyen en Bocagrande y en otras partes del sector turístico. Si estos comienzan a funcionar sin nuevas vías no habrá cómo entrar y salir de Bocala (Bocagrande, Castillogrande y El Laguito).
Además de mejorar la inmovilidad que se toma las vías, la avenida del Bicentenario replicaría el sistema de espolones del túnel de Crespo, incluyendo el malecón marginal, protegiendo el Centro Colonial y sector turístico del incremento en el nivel medio del mar y del oleaje que se monta encima de las mareas altas para desmoronar las endebles defensas costeras que tenemos hoy en todas partes menos en el área del túnel de Crespo.
El ideal sería que el Estado construyera la avenida y no le cobrara a nadie un centavo por usarla, pero la baja en el precio del petróleo dejó al Gobierno nacional corto de plata para invertir. Recientemente el viceministro de Infraestructura, Iván Martínez Ibarra, reveló algunos detalles de la Asociación Público Privada (APP) que construiría la avenida del Bicentenario, que quizá ya no se llamaría así, y tendría muchos más elementos que los incluidos en la concepción original de esta vía para que los constructores recuperen su inversión y ganen dinero, y el esquema incluiría un componente de peajes para usar las nuevas vías.
En casi todas las ciudades importantes del mundo hay vías urbanas rápidas con peajes, aunque en la mayoría hay también vías alternas que no cuestan nada, pero en las que el tráfico se demora muchísimo más. Esta APP mencionada por el viceministro de Infraestructura debería funcionar de igual manera para que quienes quieran una vía rápida y estén dispuestos a pagar por ella lo hagan, y quienes opten por no usarla puedan andar por las calles de hoy, aunque sea a paso de tortuga.
No sabemos de ninguna persona a la que le guste pagar peajes, urbanos o rurales, y ojalá Estado e inversionistas encuentren la manera de no cobrar o de cobrar lo mínimo por usar esta vía, pero de ninguna manera se debe permitir que el estigma de los peajes urbanos impida construir esta obra indispensable, de la que por cierto se especula mucho sin que se hayan divulgado sus detalles. Es hora de hacerlo.
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