El secretario de Espacio Público y Movilidad, Iván Castro Romero, le dijo el viernes a El Universal que una de las políticas de la administración del alcalde Manolo Duque sería crear un mercado artesanal en el Centro para albergar a los 600 vendedores que tienen confianza legítima, y no permitir ni uno más.
La confianza legítima es un derecho adquirido por una persona a quien el Estado le permitió, por comisión u omisión, ejercer una actividad comercial continua en un mismo espacio público durante un tiempo. El Estado puede recuperar el espacio público de quien tiene confianza legítima si negocia y paga una compensación al ocupante, política que implementaron algunas administraciones anteriores, pero que sirvió para estimular a más futuros invasores en vez de recuperar el espacio público, además de que hijos, hermanos o parientes de los compensados solían también invadir para aspirar a la ‘reconversión’, como se llama recuperar el espacio pagando al ocupante con confianza legítima.
Tiene entonces sentido que el Distrito reubique a los vendedores con confianza legítima en un solo sitio, garantizándoles que todo el turismo manejado como grupos en tours que visite el Centro pasará por allí, procedimiento con el que están de acuerdo los operadores turísticos y en general los distintos gremios del sector, garantizándoles ingresos a los vendedores y tranquilidad a los turistas, que no serán acosados allí ni mucho menos en el resto de su recorrido, porque no podrá haber más vendedores.
Otra ventaja de reunir a todos los vendedores en un solo sitio es que podrán tener instalaciones adecuadas, dignas, con baños portátiles o fijos y eventualmente podrían estar uniformados para que todo el mundo los pueda identificar.
También tendría que estar claro que solo las personas con confianza legítima podrán ocupar los módulos, porque si hay allí otras personas como ayudantes también llegarán a tener confianza legítima y nunca se acabará el desorden ni el mal manejo del turismo en el Centro.
Para los residentes también sería una garantía este sistema del mercado artesanal y serían los más beneficiados, porque hoy muchas personas tienen las entradas a sus casas invadidas por mercancías puestas en las aceras.
También tiene el Distrito que controlar el ruido incesante de los grupos musicales, que no dejan descansar a quienes viven en el Centro en sitios aledaños a las plazas. Esa actividad sin control viola el Código de Policía e impide el derecho al descanso.
Para que todo lo anterior funcione, tiene que haber una vigilancia continua e implacable del Centro por parte de la Policía para no permitir el ingreso de vendedores informales sin confianza legítima, y a la vez, la ciudad tiene que ver cómo estimula más el empleo formal.
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