Ya van 41 días de paro camionero, en que los expertos calculan que se han perdido más de 500 millones de dólares.
El paro es difícil de entender a primera vista, pero la columna de opinión que escribe hoy Mauricio Cabrera Galvis en este diario hace un buen análisis de los jugadores, principalmente los propietarios de pequeños camiones, que viven de ellos para su día a día, y los grandes capitalistas del transporte camionero, dueños de flotas de tractomulas, varios de los cuales están acusados de hacer parte del cartel de la chatarrización.
Mediante fraude se despachan la plata como si hubiesen chatarrizado sus vehículos, pero los dejan rodando, para perjuicio de los demás transportadores por la competencia desleal, y del país, porque le roban este dinero a todos los colombianos.
Por supuesto que defendemos el derecho a protestar, pero este no incluye afectar la movilidad de la gente, en este caso del país entero, como hemos escrito antes aquí varias veces. Se perjudica a miles de personas, la mayoría gente pobre, a la que se le encarece la canasta familiar. Y no dudamos de que en esta protesta, como en casi todas las demás de distinta naturaleza, haya profesionales del sabotaje, revolucionarios de pacotilla, trabajando como colados para promover el malestar en el país, quemando vehículos y haciendo todo el daño que puedan para que las condiciones “subjetivas” se vuelvan “objetivas”.
El gobierno afortunadamente se puso más serio y toma medidas contra los vehículos usados para bloqueos, de tal manera que ya hay una lista de 977 placas de camiones cuyas licencias de tránsito serán revocadas, sustentada la sanción con evidencia sólida: fotos y videos.
El gobierno nacional, por supuesto, debe distinguir entre los distintos jugadores de este paro, pero también debe promover a toda velocidad construir líneas de ferrocarril que interconecten el país, desde los puertos hasta las grandes ciudades del interior, y transversales entre ciudades, en lo que hemos sido reiterativos en este espacio.
También se requiere mover mucha más carga por el río Magdalena con la filosofía de navieras cuyos equipos pueden usar el río tal como está, recortándole gastos al país en dragados, algunos de los cuales parecen inútiles porque desangran el fisco sin lograr resultados duraderos.
El transporte ferroviario y fluvial no solo es mucho más económico usado racionalmente, sino que es una manera mucho más sostenible de llevar carga de un lado a otro. Sin embargo, lo más económico sería que la mayoría de las fábricas se mudaran de las montañas a la costa, en vez de insistir en producir en condiciones de baja competitividad.
En todo caso ningún sector debería tener tanto poder como para parar al país por sus intereses particulares, incluyendo a los camioneros.