Editorial


El pasajero merece respeto

La semana pasada salió a la luz pública un video del enfrentamiento entre dos conductores de busetas del Transporte Público Colectivo (TPC) en la calle Real del Espinal.

Uno de ellos conducía la buseta de la ruta Olaya Herrera y el otro de Zaragocilla, y a pleno sol de medio día se bajaron de los vehículos que ocupaban los dos carriles que van de Torices a Pie del Cerro, cerca de la estación de Policía Comunitaria, para convertir la carretera en un ring de boxeo y de lucha libre.

Los pasajeros aún a bordo, tuvieron que soportar que este par de choferes descargaran su ira, asimismo esperaban los demás conductores en fila por el trancón generado.

Gracias a ese video y a la publicación en los medios de comunicación de esa riña bochornosa, el DATT pudo encontrarlos y sancionarlos con dos comparendos: por obstaculización de vía, y abandonar pasajeros en un vehículo en vía pública, lo que equivale a pagar aproximadamente 25 salarios mínimos diarios vigentes.

Ya son 357 comparendos los que ha impuesto el DATT por bloquear vías o calzadas, y según sus estadísticas, son los conductores de servicio público los más sancionados.

Este año, los buses de servicio público de Cartagena se han visto involucrados en más de 556 accidentes de tránsito.

La empresas de transporte también deben hacer su tarea y no quedarse cruzadas de brazos con estas situaciones que son repetitivas. Los pasajeros merecen respeto.

La entidad del tránsito ha sancionado a tres choferes por dejar sus busetas abandonadas con pasajeros a bordo.

Es cierto que con la llegada de Transcaribe muchos cartageneros dejaron de sufrir y ahora disfrutan de un servicio fresco, rápido y seguro, sin embargo también hay muchos que obligatoriamente deben subirse a un bus o buseta del TPC porque el SITM no llega a su barrio.

Desde tiempos remotos, el pasajero sufre por la música que pone el chofer, por los gritos del sparring, por vendedores, predicadores y gente que se sube como si el bus fuera una plaza de mercado o una iglesia.

Mientras se sigue esperando por la chatarrización, pasa el tiempo y parece que este problema es de nunca acabar.

Es frecuente que los conductores compitan por los pasajeros en un riesgoso “regateo” y ahora se ha vuelto común que se los peleen a las trompadas. ¡Qué intolerancia!

Por ahora, son necesarios operativos y controles más rigurosos por parte de las autoridades, estar atentas a que no recojan pasajeros en sitios prohibidos, de cuando se vuelan los semáforos en rojo, del cambio de rutas asignadas, de que porten las revisiones técnico mecánicas al día, de los transbordos, y del ruido. Y los pasajeros deben denunciar las anomalías.

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