Editorial


El presente del vallenato

En uno de los foros que programó la agenda cultural del recién pasado 50 Festival de la Leyenda Vallenata, en Valledupar, el historiador cesarense Tomás Darío Gutiérrez Hinojosa afirmó categóricamente que la música conocida como vallenato no está en crisis.

Su afirmación respondía a los comentarios de algunos sectores del medio cultural, y del público en general, cuyos voceros opinan que el vallenato está en una Unidad de Cuidados Intensivos, debido a la avalancha de producciones discográficas que promocionan una mescolanza de ritmos y letras que le hacen un flaco favor a preservar esa expresión folclórica del Caribe colombiano.

Sin embargo, Gutiérrez Hinojosa insistió -como lo ha hecho siempre- que el vallenato sigue vivo, gracias al Festival de la Leyenda Vallenata, y que lo que producen los jóvenes protagonistas de la música de acordeón “es una propuesta respetable, con la cual se hacen famosos y se llenan de dinero, pero lo que no acepto es que le llamen vallenato, porque no lo es. Es otra cosa, a la que deben buscarle su nombre”.

Gutiérrez ha dicho muchas veces que los medios de comunicación y las empresas disqueras convirtieron la palabra “vallenato” en un rótulo comercial que funcionó, y desde hace 40 años, el oyente neófito cree que todo lo que se toque con acordeón es vallenato.

“El estilo vallenato tiene unos patrones musicales muy bien definidos, y de esa forma es como se ha tocado siempre, desde la época de Simón Bolívar, cuando los campesinos músicos les tocaban merengues a los soldados para que se animaran, antes de irse para la guerra”, añadió el académico, quien también habló del “acierto que tuvo la desaparecida ‘Cacica’ Consuelo Araújo Noguera cuando ayudó a crear el Festival de la Leyenda Vallenata”.

“Ella determinó -prosiguió- que en ese festival se tocarían cuatro aires: el paseo, el merengue, el son y la puya; y con este último ritmo puso en aprietos a muchos acordeonistas, quienes no la sabían tocar porque era un ritmo que se estaba perdiendo. En los años 70, cuando Alfredo Gutiérrez se presentó por primera vez en el Festival, tuvo que asesorarse con Colacho Mendoza para que le enseñara a tocarla”. Hinojosa coincide con otros investigadores de la Región Caribe, quienes opinan que los festivales de estilo vallenato ayudan a que se preserven los ritmos mencionados porque cada vez son más los niños y jóvenes que desean ser reyes en las categorías de su edad, por lo cual no debe confundirse lo que se produce en los estudios de grabación con la verdadera música raizal, que sigue viva en la memoria de jóvenes y adultos.
Sería válido anotar que la música de acordeón lleva muchas décadas en el Caribe colombiano mediante estilos como el vallenato, el sabanero y el afroantillano, los cuales, a veces -y por experimentos de algunos curiosos- se mezclan para grabar álbumes, pero no debe perderse de vista que el vallenato tiene su identidad propia y nada tiene que ver con las propuestas que se tomaron el mercado en los últimos años.

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