Nicolás Maduro dijo hace poco que Colombia le exportaba pobreza a Venezuela y que los colombianos llegaban allá huérfanos de todo. Recordó el presidente vecino que en su país viven 5,6 millones de colombianos. Santos le contestó que se equivocaba. Este rifirrafe no se puede considerar sin examinar un poco la relación de varias décadas entre los dos países.
Venezuela durante muchos años fue la salvación para miles, o mejor, millones, de colombianos que encontraron en ese país todo lo que no tenían aquí: trabajo abundante y buenos ingresos. Durante años la tasa de cambio entre los dos países convertía en ricos a quienes tenían bolívares para gastar. Las remesas llegaban de Venezuela a los hogares más humildes de Colombia y solo así se podía ver algún progreso en los pueblos lejos de las grandes ciudades colombianas: cuando tenían un pariente en Venezuela enviando bolívares.
La Costa Caribe, al igual que el resto de Colombia, le aportó a Venezuela miles de trabajadores de campo excelentes que se iban como ordeñadores y vaqueros los hombres, y empleadas domésticas las mujeres. Hubo una época en que muchos de los mejores trabajadores del campo estaban allá y aquí era un poco más difícil conseguir sus reemplazos, aunque Colombia siempre ha producido gente de empuje, creativa y con ganas de trabajar, por lo que era muy apreciada en Venezuela. Y Colombia no tiene cómo pagarle a Venezuela esa ayuda en una época muy crítica para nuestro país.
En esa época gloriosa para los venezolanos, venían de compras a Colombia y entre otras cosas, se llevaban los mejores ganados de vuelta a su país, y los pagaban bien. En esa misma era de vacas gordas, que duró muchas décadas, Venezuela inundó al mundo con sus estudiantes, becados por su gobierno, y también eran los ricos de los campuses a donde llegaban. Venezuela era un país pujante por el petróleo y su economía un imán para los colombianos de todos los estratos.
Lamentablemente para el pueblo venezolano, todo cambió, no por culpa de Colombia ni de los colombianos, sino por el régimen chavista ahora en manos de Maduro y sus conmilitones, que le ha dado al mundo un ejemplo de incompetencia pocas veces visto en la historia.
Lograron arruinar un país opulento y pujante hasta un punto que nadie hubiera creído posible. Arrasaron la empresa privada sistemáticamente pero además, arruinaron a su propia gallina de los huevos de oro: PDVSA. No se le ocurrió al régimen invertir en mantenerla y modernizarla y tampoco se le ocurrió, en medio de su intoxicación ideológica, ahorrar un poco para las épocas de vacas flacas, sino que malbarató miles de millones de dólares, y se robaron otro tanto, según las evidencias en el sistema financiero de EUA y en otros.
Ahora los venezolanos de todos los estratos socioeconómicos, pero especialmente sus pobres, pagan por semejante barbaridad. El señor Maduro no puede buscar el ahogado río arriba, cuando lo tiene a la mano con lo hecho y lo que siguen haciendo él y su régimen.
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