Editorial


El transporte acuático

EDITORIAL

31 de julio de 2016 07:30 AM

El éxito de Transcaribe es arrollador, sobre todo porque el pueblo cartagenero lo adoptó y no se imagina a sí mismo volviendo al sistema de transporte anterior. Cada vez que una buseta de las que desafortunadamente aún quedan en servicio hace alguna de sus frecuentes barbaridades en la vía, la gente tiene la otra cara de la moneda y sabe lo que ganó con el Sistema Integrado de Transporte Masivo (SITM). Los pueblos aledaños también anhelan tener este servicio.

Es una lástima, sin embargo, que aparte de hablar un poco del componente acuático de Transcaribe, no se noten ni en el Distrito ni en la propia compañía acciones serias encaminadas a establecerlo cuanto antes.

Cartagena no tiene espacio para ampliar sus vías ni para construir nuevas, así que el componente acuático mejoraría muchísimo la calidad de vida de nuestros ciudadanos. Un buen servicio de Transcaribe por tierra y por agua haría que mucha más gente lo usara y con seguridad disminuiría el uso de carros privados. Ir al Centro en uno desde cualquier parte de la ciudad es un encarte porque no hay parqueos suficientes y los que hay son demasiado costosos. Reducir el uso de carros privados para muchas actividades disminuiría mucha de la congestión.

El transporte acuático tendría a su vez al menos dos componentes distintos: el que se desarrollaría dentro de los caños y cuerpos de agua de la ciudad para llevar pasajeros urbanos; y el que iría a los pueblos costeros y a los de las distintas islas.

Es indispensable tener ya una idea más precisa de qué se requiere en caños y lagunas para hacerlos aptos para este servicio. El caño de Juan Angola, por ejemplo, tendrá que ser dragado y ampliado al máximo. En unos sectores, como en la “perimetral chiquita” que va del puente Benjamín Herrera hasta el Romero Aguirre, ocurre aceleradamente lo contrario: lo rellenan a diario para intentar construir allí viviendas y lo atiborran también con basuras.

El día que el Distrito salga de su letargo podría ser muy tarde y muy caro, y se habrá perdido esta opción de transporte acuático en aguas quietas sin los riesgos de hacerlo mar adentro. Es increíble que una ciudad desperdicie semejantes condiciones naturales para el transporte acuático, mientras otras urbes gastan millonadas para tener vías de agua ínfimas comparadas con las nuestras.

Los pueblos de la bahía y del Canal del Dique también se beneficiarían de este servicio, que entre otras cosas ya existe, pero en unas condiciones tan precarias como son, por ejemplo, las mototaxis en Cartagena. Estas lanchas, usualmente tipo “taxi”, las cargan al máximo y llevan la borda clavada en el agua, con poco margen para sortear temporales.

La ciudad debe recoger los pocos estudios que hay para el transporte acuático y llegar a saber al menos qué se necesitará para ponerlo en marcha.

 

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