Editorial


El transporte masivo

EL UNIVERSAL

11 de julio de 2016 12:00 AM

En casi todas las ciudades del mundo, los metros o sistemas de transporte masivo carecen de sostenibilidad financiera y el municipio debe contribuir con un subsidio para que la operación sea rentable. Por eso la mayor parte son de propiedad del Estado y se financian con el presupuesto oficial, porque no pueden sobrevivir solo con el pasaje.

Funcionan Sistemas Integrados de Transporte Masivo (SITM) en las principales capitales del país, siendo el más viejo de ellos el de Bogotá, que ha servido como modelo de los demás. Los sistemas de Bogotá, Pereira, Cali, Bucaramanga y Medellín se unieron en una agremiación llamada MOVIMÁS, cuyo principal objetivo es el de “influir en una política pública de transporte masivo, priorizando la calidad del servicio” y su sostenibilidad financiera.

El Transporte, como servicio público esencial, atraviesa una aguda crisis, especialmente el urbano y masivo. Precisamente por cuenta de que con solo los pasajes es imposible sostenerlos, porque las cuentas financieras definitivamente no cuadran. Con la finalidad de mejorarlo y hacerlo más eficiente, el Gobierno nacional ha invertido más de 20 billones de pesos en esta política pública, que está a punto de venirse abajo porque las finanzas se quedaron cortas.

No hay duda que los SITM son una solución a los innumerables problemas de movilidad urbana, sobre todo porque el sistema tradicional es caótico, incómodo y crea masivos trancones en las vías, afectando así la movilidad. Un ejemplo de ello es la llamada “guerra del centavo”. Los SITM, además, han propiciado un reordenamiento urbano, han recuperado el espacio público y han generado un cambio de comportamiento entre la gente, que cuida más el equipamento público y no como en muchas ciudades, que todo lo destruyen. Pero es imprescindible encontrar un remedio eficaz a su viabilidad a largo plazo, porque ya empiezan a verse los problemas en las finanzas del más antiguo del país, el de Bogotá, y todos los demás van por igual camino.

Ya se sabe que el recaudo no alcanza para remunerar la operación y esto, en el caso de Transmilenio, ha  desmejorado la calidad y la prestación del servicio, afectando, según plantea MOVIMÁS, “la calificación   del mismo”. Los pasajeros perciben el buen servicio, de acuerdo con una serie de variables, como la velocidad, la frecuencia de paso y la ocupación de los buses. A su vez, estos factores están determinados por la infraestructura, la planeación y la autosostenibilidad.

En el corto plazo, los SITM deben encontrar una fórmula adecuada que garantice una adecuada financiación de los sistemas, porque en unos cuantos años desaparecerán estrangulados por la falta de recursos económicos. De manera urgente deben resolverse los siguientes interrogantes para salvaguardar el futuro del transporte masivo, como se ha concebido en el país: ¿La tarifa que se cobrará a los usuarios es  suficiente para remunerar los kilómetros ofrecidos? ¿Cómo cubrir los costos de operación? ¿Qué fuentes adicionales de financiación pueden ponerse en marcha? ¿Cómo crear un sistema sostenible que tenga calidad?

 

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