Editorial


El túnel dentro del Túnel

EDITORIAL

25 de octubre de 2014 12:02 AM

La solución para el túnel es, en pocas palabras, construir otro dentro del que hay ahora, esta vez con el cemento bien formulado, con la ventaja de que no habrá que excavar nada. La cuenta la tiene que pagar el Consorcio Vía al Mar...

Fue muy útil la sesión del jueves en la que la Alcaldía, la Concesión Vía al Mar, el Concejo y la comunidad se sentaron a analizar lo que pasaba con el túnel de Crespo y con los terraplenes de acceso al puente sobre la vía, en Marbella.

En esa reunión ganaron todos los asistentes y también ganó la ciudad porque hubo información completa. Como antes era fragmentaria, le impedía a los interesados opinar con conocimiento de causa y predominaba la rumorología. Antes del encuentro los rumores eran apocalípticos. El principal era que se demolería el túnel de Crespo porque su caída era inminente.

La verdad del túnel, según la Concesión Vía al Mar, es que el cemento que se utilizó no fue el adecuado, a pesar de que la compañía que lo suministró garantizó que sí lo era.

Para cualquier obra de ingeniería de cierta envergadura los fabricantes de cemento deben formularlo de acuerdo a las condiciones químicas del suelo del lugar donde se usará. En este caso, dijo el Consorcio, el cemento estaría expuesto al agua de mar y a sus componentes y debería tener los aditivos que lo hicieran inmune ante los procesos químicos adversos.

El resultado de usar el cemento equivocado es que el concreto de toda la estructura (que incluye el cemento y sus agregados tales como piedras “chinas” o gravilla) sufre un proceso químico que lo debilita. El túnel no está a punto de caerse, según los expertos que lo examinaron, y aunque podría durar muchos años, sí está lesionado su concreto por casi todas partes. En cuanto a las filtraciones, el Consorcio asegura que están todas curadas, o lo estarán y no son un problema.

La solución para el túnel es, en pocas palabras, construir otro dentro del que hay ahora, esta vez con el cemento bien formulado, con la ventaja de que no habrá que excavar nada. La cuenta la tiene que pagar el Consorcio Vía al Mar de su bolsillo, pero el sentido común indicaría que si le metieron gato por liebre en el cemento, aunque fuera involuntariamente, serían los fabricantes quienes deberían pagar la cuenta.

El Consorcio dijo que hacía diligencias con la cementera, pero no estuvo dispuesto a dar muchos detalles acerca de esta salvo decir que ya le había reclamado y estaban en conversaciones, pero no la nombró. Suponemos que todos los constructores se cuidarán mucho de contratar sus obras con este proveedor si no responde en este caso y seguramente su identidad pronto será un secreto a voces.

Un comité estará ahora pendiente del túnel y estudiará las posibilidades para mejorar los accesos al puente de Marbella, de cuya fealdad no hay ninguna duda, aunque no afecte la parte funcional del proyecto.

La nueva demora para entregar esta solución vial es un nuevo golpe para la ciudad, que cada día tiene más vehículos y más trancones, aunque es indispensable que quede bien hecho. 

La lección para la ciudad debería ser que en adelante se deben conocer todos los detalles de cualquier obra antes de que la inicien, y debe ser visitada por una veeduría experta durante todo su desarrollo, para evitar estos traumas, ya recurrentes en Cartagena.

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