Editorial


El turismo rural

El libro de Andrea Wulf, ‘La invención de la naturaleza’, que describe la vida del sabio Alexander Von Humboldt, incluidas referencias a su visita a varios parajes de Turbaco y a otras partes de Colombia, debería servir para inspirar parte del turismo rural de este municipio vecino de Cartagena, y muy especialmente el de nuestros jóvenes estudiantes.

Conocer el itinerario local del sabio alemán debería servir para abrir las puertas a los jóvenes bolivarenses, y en particular a los del norte por su proximidad a los tesoros naturales que tenemos, y debemos cuidar y tratar de expandir. Von Humboldt exploró el área del que hoy es el Jardín Botánico Guillermo Piñeres y también los volcanes de lodo de Turbaco, hecho que debería servir de estímulo para conocer estos lugares y cuidarlos contra la depredación y deforestación.

Turbaco ya tiene iniciativas meritorias de gestores culturales locales que llevan a los interesados a conocer lugares memorables del municipio, que tiene mucho para ofrecer, desde sus manantiales, hasta el cementerio de los ingleses que construyeron el ferrocarril a Calamar, epopeya de la que Javier Ortiz Cassiani escribió un libro excelente titulado ‘Ese diablo al que le llaman tren’.

Turbaco es también el escenario de hechos históricos importantes, como la muerte del cartógrafo español Juan de La Cosa a manos de los indígenas Yurbacos el 28 de febrero de 1510. 

Varios siglos después el general mexicano, Antonio López de Santa Anna, huyó de su país y se asentó en este pueblo del Caribe colombiano, donde aún le sobrevive la casa que se construyó, hoy sede de la Alcaldía, la que abandonó en 1874, cuando volvió a México para morir allá en 1876.

Todo el departamento de Bolívar tiene grandes atractivos que deberían ser conocidos, en primer lugar por los propios bolivarenses, y luego por los turistas del resto del país y del mundo. El cerro de Maco, con más de 900 metros de altura, es un ícono de San Jacinto, Bolívar, y en esta población son proverbiales sus hamacas y muchas otras artesanías, además de su música, especialmente la tocada con las gaitas hembra y macho, heredadas de los indígenas farotos.

El turismo rural más profundo también sería importante desarrollarlo, dando así a conocer las explotaciones agrícolas tradicionales de la zona, y por supuesto, la gastronomía resultante. Los parajes naturales de los Montes de María son proverbiales, y bien merecen ser mostrados a todo el mundo.

El avistamiento de aves, desde Cartagena hacia el sur del departamento de Bolívar, merecen capítulo aparte, y una vez nos hayamos librado de la plaga de los grupos ilegales y sanguinarios del sur, la Serranía de San Lucas podría convertirse en una de las mecas del ‘pajareo’ mundial, dada su diversidad de aves.

Ojalá lleguemos a tener gobiernos municipales que valoren estos recursos y ayuden a sus poblaciones a explotarlos de manera sostenible para beneficio de la población de hoy y sobre todo, de la de mañana.

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