Editorial


El vandalismo no es tradición

Decir que los retenes en los barrios populares, la actitud agresiva de los que se embadurnan la piel de tintura para exigir plata, los buscapiés que se arrojan contra la gente o los globos rellenos de agua son parte de la tradición novembrina es irrespetar nuestras costumbres y convertir las Fiestas de Independencia en un conjunto de abusos y actitudes vandálicas que impiden a mucha gente disfrutarlas con la seguridad de que no resultará quemado o golpeado gravemente.

Los retenes se están montando este año en vías de circulación rápida y frecuente, como las de entrada y salida de la ciudad por la Zona Norte, lo que los vuelve más peligrosos, como lo reseñamos en una crónica que publicamos en esta misma edición. Las personas que ayer tuvieron que circular por Vía del Mar se quejaron a través de las redes sociales de que habían montado retenes en puntos críticos de esta carretera, como Lomita Arena, con lo cual estaban contribuyendo a que se produjeran accidentes, en un sitio ya de por sí riesgoso para el tránsito automotor.

Lo injustificable de esta acción es que quienes montan los retenes responden con palabras soeces y actitudes agresivas contra quienes se niegan a dar dinero, convirtiéndolos en algo parecido a lo que hace la guerrilla en algunas carreteras colombianas. Incluso, nuestros periodistas pudieron comprobar la manera imprudente como las personas que instalan los retenes se atraviesan la vía sin asegurarse si vienen o no vehículos en cualquiera de los dos sentidos.

Quienes montan los retenes exhiben además una conducta de absoluto desconocimiento de la autoridad, pues ocho de ellos que fueron desmontados ayer por la Policía de Tránsito a lo largo de la Vía del Mar, fueron rápidamente reinstalados, y no pueden destinarse permanentemente hombres de esa institución para cuidar las vías, pues se necesitan en otros puntos de la ciudad.

De la pólvora ya hablamos ampliamente en otro editorial, de manera que sólo queremos reiterar nuestro llamado a los padres de familia, para no que ayuden a fomentar la anarquía y la agresión, siendo permisivos con sus hijos cuando se dedican a ello, con el argumento de que todo eso hace parte de las fiestas.

Hay quienes son partidarios de no reprimir las actitudes vandálicas y violentas que se presentan en desarrollo de la programación novembrina, en nombre de una errada concepción de lo que significa el rescate de las tradiciones y la revitalización de las fiestas.

Tradición son los disfraces, los bailes populares o las comparsas temáticas que se refieren a un aspecto de nuestra realidad cotidiana para criticarlo o resaltarlo. Son esas manifestaciones culturales las que deben rescatarse a través del trabajo dentro de las mismas comunidades, en  un proceso donde debes participar activamente tanto el sector estatal como el privado.

Cuando se logre incrementar la calidad y cantidad de los actores festivos, la gente no se aburrirá de las fiestas y no recurrirá al desorden y la violencia para divertirse.

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