Editorial


El viaducto amenazado

Hace pocos días se supo que un juez ordenó al consorcio que construye el viaducto sobre la ciénaga de la Virgen abstenerse de hacer obras en áreas que afectaran a Marlinda, una comunidad de invasión aledaña a La Boquilla por el lado de la playa (que por cierto debería ser desalojada por sus riesgos ante el mar) la que le puso una tutela al consorcio por no haberla consultado antes.

El consorcio no trabaja allí en este momento y sigue con sus demás trabajos, fiel a su interpretación de la orden judicial. Tendrá que reunirse con los representantes de Marlinda para hacer la consulta previa el próximo 16 de agosto.

Es inaudito que una obra de beneficio general y ampliamente divulgada pueda ser detenida a estas alturas por no haber hecho la consulta previa con una comunidad cuando la lógica indica que debió hacerlo en el periodo indicado, que fue hace muchos meses, antes de comenzar las obras. Si el consorcio hubiese conocido esta obligación con seguridad hubiese hecho el procedimiento como lo hizo con otras comunidades.

Menos mal que toda la obra no está detenida, porque pararla tiene unos costos altísimos, cosa que parecen no considerar los entes judiciales cuando deciden algunas cosas en el país, como si no supiesen la aritmética básica para sacar las cuentas del perjuicio causado finalmente a la Nación, aunque sea por encima. Ya lo dijo mejor Rodolfo Segovia en una columna suya en este diario.

Esta obra es indispensable para el bienestar de la ciudad, del departamento de Bolívar, de la Costa Caribe, para el país, y por supuesto, para las propias comunidades vecinas. El consorcio no solo construirá el viaducto, que irá en sentido sur a norte, es decir, hacia Barranquilla, sino que corregirá los cuatro puentes defectuosos que están entre La Boquilla y Tierrabaja, y además recuperará suficiente cantidad de espacio público de algunas torres de apartamentos, restaurantes y hoteles para hacer una vía de circulación interna próxima a La Boquilla que será de gran beneficio para esa comunidad, tanto habitantes del pueblo como de los edificios, que sufrirán menos trancones y tendrán menores posibilidades de accidentes que ahora.

Las obras incluirán el nuevo puente de La Bocana, o mejor, los dos puentes nuevos, porque una vez construido el nuevo al lado del que funciona hoy, este último será demolido y reconstruido también. Así la doble calzada del túnel de Crespo quedará conectada a todas la obras nuevas hacia el norte.

Falta construir la APP de la avenida del Bicentenario, ahora llamada “Paseo turístico Cartagena de Indias”, para que las doble calzadas lleguen hasta el hotel Caribe, ojalá dejando la avenida Primera de Bocagrande como vía de servicio del barrio y haciendo dos calzadas nuevas, alejando de paso los embates del mar de la zona habitada.

Ojalá que en adelante prime el sentido común antes de tomar decisiones judiciales que aunque con seguridad son perfectamente legales, son de mentalidad estrecha.

 

 

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