Editorial


Elegir bien el domingo

Colombia tiene problemas graves que debe solucionar su próximo presidente, o cuando menos, dejar el país encaminado hacia dichas soluciones al final de su mandato. Es imposible arreglar un país en cuatro años, pero sí se pueden dar pasos contundentes.

La corrupción es uno de los problemas más graves del país. La mayor parte de la política, o mejor, politiquería, tiene como objetivo repartirse el presupuesto como si fuese un botín, desde el nacional hasta el de los municipios, con pocas excepciones. En un distante segundo lugar está atender los asuntos públicos de cada cartera para cumplirle a la población, que es el deber de todos los funcionarios. Este es un problema nacional, que llega a las periferias. Si se erradicara la corrupción y el erario atendiera obras y servicios públicos, el país daría un giro inmediato.

Otro reto enorme es cómo reducir la inequidad sin empobrecer a los empresarios, sino estimulándolos para que crezcan y se diversifiquen, porque ningún gobierno del mundo produce dinero él solo, sino que lo recauda de los impuestos al sector privado y lo debe invertir en saldar las necesidades de la gente. Mientras más dinámico sea el sector privado, más empleos formales habrá, más impuestos recaudará el Estado y mejorará la calidad de vida del país. Por eso mantener un sector privado vigoroso es indispensable. 

Buena parte de la inequidad, además de estar en los barrios deprimidos de las ciudades, está en el campo, abandonado por décadas, a donde deben llegar todas las instituciones del Estado para mejorar su calidad de vida, y mermar la migración de campesinos a los cinturones de miseria urbanos. El minifundio es económica y socialmente inoperante, por lo que deben crearse grandes cooperativas y asociaciones campesinas, y también alianzas con empresas agropecuarias vigorosas, para que los campesinos, más que productores de pancoger, sean empresarios que vendan excedentes para ahorrar e invertir, en un círculo virtuoso que los saque de la pobreza.

Además de financiar la salud pública y la seguridad social, ambas con graves deficiencias, Colombia necesita enormes esfuerzos para mejorar la calidad y la cobertura de la educación, sin la cual nunca habrá desarrollo para una mejor calidad de vida para todos los colombianos.

El país también necesita enfrentar el cambio climático y fomentar formas alternativas de energía, como la solar y la eólica, lo más rápido posible para reducir la dependencia en las energías contaminantes de origen fósil.

La paz en el país debe ser otro objetivo del próximo presidente, no solo cuidando lo avanzado con las Farc y corrigiendo lo que no funciona sin ‘volverla trizas’, sino erradicando las ‘disidencias’ y las demás bacrim, para que entonces sí haya una paz generalizada.

Aunque respetamos profundamente la opinión diversa de la ciudadanía, como se puede comprobar en nuestras columnas de opinión de hoy y de siempre, creemos que el candidato con el mejor programa y conocimientos técnicos para lograr todo lo anterior es Iván Duque.

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