Editorial


Espacio público y alevosía

La ocupación indebida del espacio público sigue siendo uno de los mayores problemas de Cartagena, agravada porque en el caso de Bazurto, donde hay muchas y frecuentes infracciones, la Policía nacional dice que debe vigilar muchas otras cosas (microtráfico, robos, peleas, sicariato, habitantes de calle, etc.), y que por no poder decomisar mercancía, carece de contundencia para despejar ciertas áreas.

Ayer publicamos en El Universal que en lo corrido de 2018 se han hecho 675 comparendos por ocupar el espacio público ilegalmente, “(...) especificado en el numeral 4 del artículo 140”. Por el mismo motivo, en 2017 fueron impuestos 225 comparendos. Es decir, en lo que va de 2018 ya creció la cantidad de comparendos en 33,3 %, lo que la convierte este año en la segunda mayor contravención sancionada hasta ahora.

Decíamos ayer que hasta el 5 de julio de 2018, la Policía reportaba “(...) 3.119 comparendos por distintas conductas sancionables en el espacio público, mientras que en el 2017 fueron 2.195”.

El Universal encontró varias anomalías en su recorrido de Bazurto, como 48 vendedores informales estacionarios sobre un carril de la avenida del Lago, ocupándolo casi todo, complementado por sus clientes, aparcando carros allí y estrechando el paso de los vehículos. Nos parece que de nada valen los operativos esporádicos si no se mantiene allí una vigilancia férrea para impedir que sean retomados los espacios despejados.

La mala conducta más sancionada con comparendos este año es consumir alcohol y sustancias psicoactivas en el espacio público. Van 1.365 comparendos en lo corrido de 2018, comparado con todo el 2017, cuando fueron impuestos 1.096 comparendos. En vez de disminuir, la mala conducta aumenta, o podría ser también que este año la Policía está más activa.

Hay otras formas y otros lugares donde el espacio público también es abusado, con frecuencia de manera más sutil pero con más perversidad y alevosía por el mayor estrato socioeconómico y educativo de los infractores, como por ejemplo, aquellos que bloquean un carril con sus autos, ocultos tras vidrios polarizados, para esperar a alguien o para hablar o chatear por celular; o los peatones que cruzan por cualquier parte menos por las cebras pintadas pare ese propósito, o las filas de autos aparcados debajo de los avisos que lo prohiben en diversas partes de la ciudad, puestos allí de adorno, porque ninguna autoridad los hace respetar, como tampoco hacen respetar las cebras.

Y luego está el creciente fenómeno de las cadenas o cuerdas acordonando el espacio público de los edificios en los sectores residenciales de altos estratos, y también en los comercios de estos lugares, privatizando las áreas que son de todos y haciendo casi imposible encontrar un sitio donde aparcarse.
La calle Larga sigue siendo rey de burlas con un carril ocupado y los autos compitiendo peligrosamente por pasar por el que queda, suceso común a la calle de la Media Luna y muchas otras. Sería mejor retirar las señales de tránsito de todas partes si solo están allí de adorno.

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