Somos reiterativos al censurar el mal parqueo de vehículos en las vías de Cartagena, porque gran parte de esas denuncias vienen de la misma comunidad afectada por tan malos comportamientos, a veces altaneros, de muchos conductores públicos y privados.
Y en lugar de percibir una disminución en estos abusos, la sensación de quienes atravesamos la ciudad es que la arbitrariedad campea sin resquemor en las vías. Eso de inmediato gesta en nuestras cabezas una respuesta lógica: es falta de autoridad. Y lo es, ya sea porque no hay presupuesto para contratar suficientes agentes de Tránsito, o por falta de planificar de manera más estratégica los operativos, y sobre todo, por la falta de decencia de los infractores.
Sería ejemplar si el DATT descentralizara más sus acciones para adentrarse en los barrios, donde se desbordaron los infractores, que literalmente hacen lo que les da la gana, “y que reclame quien quiera”, “haz lo que quieras”. Este tipo de frases les enciman a quien reclame, sólo porque por los suburbios no se asoma ninguna autoridad. Este fenómeno es mucho más aberrante de noche, cuando la mayoría de los agentes de Tránsito están recogidos.
A principios de este enero, sobre la vía principal del barrio Almirante Colón, la cual es de doble sentido, en inmediaciones del colegio de ese mismo nombre, había cuatro carros particulares en hilera en uno de los dos carriles, e inmediatamente después, en el carril opuesto, se estacionaron otros dos, es decir, estrangularon el sector y cabía solo un auto pequeño. No puede ser que se tomen esa atribución, porque en su mezquina conciencia se creen dueños de la calle. Semejante estrangulamiento de la vía generó un trancón grande, porque los propietarios ni se inmutaron y dejaron allí sus vehículos.
Los pasajeros de una buseta de la ruta Campestre-Castillo que quedó atrapada allí, y seguramente los de los demás carros que circulaban en la vía, fantasearon en ese momento con un DATT ideal en el que sus agentes llegaban con grúas y metían en cintura a todos estos arbitrarios. Era un anhelo, pues la realidad era otra: el abuso e irrespeto hacia los demás quedaba otra vez impune.
Y también en Los Calamares es asunto diario, especialmente en las noches. Si el DATT se diera una ‘rodadita’ por el costado izquierdo de la iglesia, tendrían que recurrir a su parque de grúas para llevarse a varios de los tantos vehículos que estrechan estas vías barriales.
Asimismo muchos propietarios de vivienda, a sabiendas de que tienen carro, eliminan el patio para ganarse otra habitación, pero nunca ‘se acuerdan’ de su carro, con lo que garantizarían dos cosas: proteger el patrimonio y no generar malestar en los ciudadanos que necesitan usar las vías, y tienen derecho a hacerlo.
Una cosa es el abuso rampante al parquear con mala intención en las vías, y otra el que no haya parqueaderos suficientes para tanto vehículo. Hay que desagregar esos dos conceptos, y también conminar a los curadores y constructores a cumplir estrictamente con el POT y con el sentido de la decencia, que ojalá sea rescatable aún.
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