Editorial


Hagamos unas Fiestas sanas

EL UNIVERSAL

10 de noviembre de 2017 12:00 AM

Arrancaron en firme las Fiestas de Independencia de 2017, con su multiplicidad de actos públicos y jolgorios callejeros y populares en conmemoración a la lucha independentista de Cartagena, con su enorme sacrificio colectivo de héroes y heroínas de todas las avenidas de la vida, que hoy nos producen tanto orgullo y cuyo ejemplo debería ir acrecentando el sentido de pertenencia de los habitantes contemporáneos de Cartagena, como es palpable que viene sucediendo, aunque aún falte mucho por generalizarlo y afianzarlo.

Esperamos que el vandalismo, que ha venido disminuyendo a medida que los eventos callejeros con origen en los barrios vienen aumentando y se sienten auténticamente  propios -y lo son- se convierta en una conducta del pasado, incluyendo lanzarle globos con agua y a veces con porquerías diversas al prójimo.
Capítulo aparte merecen los buscapiés y demás artefactos con pólvora, que si algún día fueron una tradición en un villorrio con poca gente, pequeño y descomplicado, a pesar de lo cual también eran peligrosos y causaron algunas tragedias colectivas y otras personales, ahora en una ciudad de más de un millón de habitantes no tienen razón de existir, y son una imposición bárbara de unas minorías inconscientes tratando de ampararse en la supuesta tradición, rechazada hoy por la inmensa mayoría de las personas.

Además de lo anterior, los buscapiés y demás artefactos de pólvora son ilegales y usarlos no es discrecional de cada persona, sino una infracción rotunda a la ley, que se debe cumplir precisamente por serla, y porque acatarla es la única forma de vivir armónicamente en comunidad.

Confiamos en que las diversas autoridades tengan todo previsto más allá de anunciarlo en ese sentido, y que estén dispuestas todas las contingencias para la salud pública, listos los efectivos para garantizar la movilidad, y la suficiente fuerza pública para evitar actos de vandalismo y de criminalidad, dado que alguna gente siente que las Fiestas llevan implícitas una licencia general para hacer lo que se le venga en gana, y que todo se vale, incluidos los ‘retenes’ en ciertos barrios y calles en donde ya no solo piden dinero, sino que atracan descaradamente a los transeuntes y motociclistas casuales.

Guardamos la esperanza de que a pesar de todos los factores que preocupan de eventos masivos como las Fiestas, todo termine bien y enriqueciendo la cultura de la ciudad y su espíritu de convivencia.

 


 

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