Editorial


Inmovilidad por ignorancia vial

EL UNIVERSAL

21 de abril de 2018 12:00 AM

Es bien conocido que la conformación geográfica de Cartagena, llena de islas y cuerpos de agua, dificulta hacer vías nuevas y ampliar las antiguas, así que varios factores son críticos para mejorar la movilidad.

En primer lugar, no debería haber un solo hueco o zanja en el pavimento de la ciudad que haga que los conductores tengan que frenar o bajar la velocidad, pero esos obstáculos abundan, quitándole gran movilidad a nuestro tráfico e incrementando las oportunidades para que haya accidentes al reaccionar de manera distinta los conductores, desde frenar en seco hasta ‘sacarles el zigzag’, invadiendo carriles vecinos.

Luego están los malos comportamientos de los conductores en las vías, que como hemos recalcado tantas veces aquí, van desde aparcarse en cualquiera parte sin importarles bloquear su carril, hasta apenas avanzar en la vía porque el conductor está chateando o hablando por celular, actividad que pareciera transportar a muchos a otro mundo, alienados dentro de sus vehículos, usualmente tras la complicidad de vidrios polarizados, como si este aislamiento los eximiera de observar no solo las reglas de tránsito, sino las del civismo, buen comportamiento y buena educación, factores bastante escasos en el día a día del tráfico vehicular de Cartagena, donde suele primar la ley de la selva.

En cuanto a las vías con pretensiones de autopista, es decir, las doble calzadas en un sentido y en el otro, como la Santander y la Vía del Mar en la zona norte, falta una campaña pedagógica sostenida que les explique a los conductores que el carril derecho en una doble calzada es el de andar, y el izquierdo es el de sobrepasar al tráfico, regresando al derecho apenas se hace dicha maniobra. En vez de esto, los conductores creen que pueden elegir una de las dos calzadas, con frecuencia andando paralelos al vehículo del carril vecino, bloqueando la doble calzada sin que nadie pueda usarla para su verdadera función, que es la de adelantar.

Por otro lado, el grupo de buseteros, taxistas y motociclistas (especialmente mototaxistas) suelen inventar sus propias reglas, que en esencia quieren decir sentirse facultados para hacer lo que se les dé la gana.

Y de La Bocana hacia el norte, existe una ‘república independiente’ de las reglas de tránsito, donde los motociclistas andan sobre las bermas en vía contraria, y van de a tres y hasta cuatro por moto y sin casco, incluyendo niños. Convendría que las autoridades anexaran este ‘territorio’ a la normatividad del resto de Colombia.

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