Editorial


Juan José Nieto Gil vuelve con fuerza

Juan José Nieto Gil, nacido el 24 de junio de 1804 en Sibarco, un caserío entonces de la Provincia de Cartagena y hoy del departamento del Atlántico, pasó de ser el presidente negro de Colombia a quienes muchos querían ocultar, a ser un personaje de gran actualidad gracias a Orlando Fals Borda, quien investigó y escribió de él, y además redescubrió su retrato al óleo en el Palacio de la Inquisición estando con Moisés Álvarez Marín; al periodista Gonzalo Guillén, quien se sintió heredero de esta causa por pedido directo de Fals Borda y la siguió promoviendo, hasta lograr mediante un Derecho de Petición que el presidente Santos acepte retornar su cuadro, con varios intentos de blanqueo para negarle su etnia africana, a la galería de presidentes de la Casa de Nariño. Por ser el número 14, dice Guillén, iría entre Mariano Ospina Rodríguez y Tomás Cipriano de Mosquera. Según Fals Borda, Nieto era “fornido, de piel cetrina clara (o trigueña oscura), ojos zarcos verdosos, nariz recta y amplia, labios finos, cejas arqueadas y cabello negro medio rizado”.

Nieto Gil no solo fue presidente de Colombia durante seis meses, sino que fue el primer novelista del país, cuyas obras con seguridad ahora comenzarán a ser leídas con gran interés por muchísima gente. Entre estas están Rosina o la prisión de Chágres (1842); Ingermina o la hija de Calamar (1844); y Los moriscos (1845) entre otros escritos.

También tiene el mérito de haber presentado en 1851 un proyecto para abolir la esclavitud, y en 1852, siendo Gobernador de la Provincia de Cartagena, dio en Cartagena el discurso en la ceremonia que en efecto la abolió. 

El presidente Santos ya aceptó que el cuadro llegue al sitio que le corresponde, pero ahora un movimiento creciente de cartageneros y de habitantes de otros lugares del Caribe colombiano no quieren que el retrato original se vaya para Bogotá, sino que se quede en el Museo Histórico Cartagena de Indias (MUHCA) y que vaya a Bogotá una réplica de este o un cuadro nuevo que se comisione para tal propósito, a ocupar su lugar en la galería de presidentes.
Nieto Gil escribió alguna vez algo que sigue siendo casi tan cierto hoy como entonces: que en el cuerpo que entonces equivalía al  Congreso  “se encuentra un espíritu de oposición que degenera hasta el insulto y que allí encalla cuanto proyecto se proponga en utilidad de la Costa, con tal que se presuma siquiera que toque en algo los intereses del centro, aunque sea indirectamente, mientras por allá se consigue todo”.

Nieto ya es un hombre libre de la condena al desconocimiento con que fue injustamente castigado tanto tiempo y recuperó su sitio en la historia del país. Estamos más que de acuerdo con que su retrato original se quede aquí, donde al fin será valorado como se lo merece, para gloria de la Costa Caribe y del país. 

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