Editorial


La dictadura y la democracia

EL UNIVERSAL

21 de septiembre de 2015 12:00 AM

A la prensa colombiana achaca Maduro el agravamiento de la crisis de la frontera, negando su canciller la intensidad de la agresión de que han sido objeto los colombianos.

Entre las exigencias que el presidente de Venezuela hace al gobierno colombiano para encontrar una solución al problema fronterizo está la de controlar a los medios de comunicación para que no hablen mal del régimen chavista y “empiecen a reconocer lo que hace bien el gobierno bolivariano”, es decir, Maduro reclama censura de prensa como la que él aplica en el país vecino y que es una de las razones para decir que ese no es un gobierno democrático, sino una dictadura.

Es una falta de respeto siquiera decir esto y ello demuestra el talante abusivo del mandatario venezolano, que ha ejercido una presión intolerable contra la prensa venezolana, hasta el punto que muchos canales de televisión dejaron de emitir su señal y muchos periódicos dejaron de circular, ahogados por medidas excesivas dictadas solamente para apabullar a los medios que no siguen la línea oficial, no son abyectos con el régimen, ni esconden la verdad de lo que ocurre allí.

Incluso, el gobierno bolivariano ha pretendido acallar a medios colombianos, y para ejemplo está la prohibición a los operadores de cable de transmitir los programas de Señal Colombia, y la única manera de verlos es a través de internet. Gran parte de sus habituales alocuciones son diatribas contra los medios colombianos, que Maduro quisiera ver rendidos a sus pies y contribuyendo a dibujarle al pueblo venezolano un panorama falso de la realidad cotidiana.

A la prensa colombiana achaca Maduro el agravamiento de la crisis de la frontera, negando su canciller la intensidad de la agresión de que han sido objeto los colombianos por parte de la Guardia Nacional y negando también el papel de este cuerpo armado en la operación de los contrabandistas en esa región.

Igualmente, de manera descarada, han negado la incursión de aviones de guerra venezolanos en el espacio aéreo colombiano y desestiman las denuncias sobre la presencia de soldados de ese país en numerosas veredas del nuestro.

Otra de las características de un régimen dictatorial es que no hay separación de poderes, y aunque en Venezuela si la hay de nombre, la condena a Leopoldo López demuestra que el poder judicial está supeditado al ejecutivo, y la reacción del legislativo no hace sino confirmarlo, a López lo condenaron por lo que dijo en unos discursos en plaza pública, interpretados a su manera por quienes instruyeron el caso. Peores cosas ha dicho el presidente Maduro y los países latinoamericanos no han reaccionado contra él, ni han rechazado la sanción a López.

Colombia no puede caer en la provocación del gobierno vecino, pero tampoco puede quedarse callado ante las injurias del dictador y debe acudir a instancias internacionales, donde podrían examinar con mayor objetividad nuestros reclamos.

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