Editorial


La doble calzada Cartagena-Gambote

EDITORIAL

13 de octubre de 2013 12:02 AM

La doble calzada de Cartagena a Gambote ha sufrido diversos atrasos, o mejor, traumas. Hay algunos tramos interrumpidos, principalmente los que atraviesan los centros de Turbaco y de Arjona, y un tramo inmediatamente después de Turbaco, yendo hacia Arjona, porque no tiene todos los permisos.

Lo que impresiona más de esta doble calzada es la falta de apoyo colectivo a pesar de las ventajas que ofrece comparada con la vía de una sola calzada que existía hasta hace poco y que hay aún en algunos tramos.

Los alcaldes de Turbaco y Arjona se oponen a que la doble calzada atraviese por el centro del pueblo de una manera inexplicable, ya que la nueva vía representa una gran ventaja para la movilidad de ambos pueblos.

Lo que hay ahora en la Troncal de Occidente que atraviesa Turbaco es una invasión masiva del espacio público que tiene a esta vía principal convertida en un mercado público, cuando hace años fue construida como una variante en cuyas márgenes no se podría construir precisamente para que fuera la vía rápida de la época. Ningún alcalde hizo respetar esta norma.

Conviene continuar la doble calzada por donde está diseñada porque Turbaco necesita esa nueva amplitud, ya que la actual vía lo asfixia, y a la vez, construir otras vías a manera de anillo vial alrededor del pueblo para el tráfico pesado. Rechazar la doble calzada por la mitad del pueblo es una miopía.

Cosa similar se podría argumentar para Arjona, cuyo centro también se convierte en un embudo para el tráfico, aunque en menor grado que en Turbaco.

Se requiere no solo no oponerse a la doble calzada por donde está trazada, sino emprender una gestión -y hasta una cruzada- para comprometer al Gobierno nacional con la construcción de vías complementarias alrededor de ambos pueblos, no por dónde le convengan a cualquier terrateniente poderoso, sino por donde le resulte mejor al desarrollo de cada población.

El Canal del Dique será pronto una extensión portuaria importante de la bahía de Cartagena y es una falta de visión imperdonable no solo oponérsele a la ampliación de las vías que hay próximas a este cuerpo de agua y que hoy atraviesan estas dos poblaciones, sino no estar pensando por dónde deberían ir vías adicionales para acomodar el desarrollo de Arjona y de Turbaco, no solo como pueblos con intereses propios, sino como parte de una connurbación que ya se vislumbra entre ambos y Cartagena.

Alrededor de la doble calzada se ha visto una pelea de perros y gatos por nimiedades, en vez de una visión de un futuro entrelazado que ya se les vino encima a Cartagena y a los pueblos vecinos. Es cierto que los peajes deberían favorecer a los habitantes de Turbaco y de Turbana, pero es imposible que se acomoden a los antojos de todos los grupos de interés parroquiales.

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