Editorial


La extorsión

La extorsión es un delito terrible que debilita las fibras de la sociedad. No es solo un negocio parasitario e infame, sino que puede implicar un grado alto de control territorial. 
Por eso es una gran noticia que el Gaula de la Policía Nacional declaró ayer al mercado de Bazurto como “zona libre de extorsión”.

La extorsión es un delito terrible que debilita las fibras de la sociedad. No es solo un negocio parasitario e infame, sino que puede implicar un grado alto de control territorial.

Distintas autoridades le han contado a El Universal en distintas oportunidades que las organizaciones de extorsionistas levantan sus propios censos, aunque sean rudimentarios, y le hacen inteligencia a sus víctimas, no siempre con gran profundidad, pero sí con datos suficientes para aterrar a la mayoría de sus blancos.

Ser objeto de una extorsión es una experiencia devastadora para la gran mayoría de las personas, quienes sienten que se les vino encima el mundo. Los extorsionistas averiguan algunos datos acerca de los miembros de la familia del extorsionado, como los nombres de los hijos y los colegios a donde estudian, y es suficiente para que las víctimas se desmoronen y acepten pagar la “vacuna” que les cobran, o mejor, las vacunas, porque al, pagar la primera vez quedarán en la “nómina” de los bandidos.

Como se sabe, en el país y en Cartagena son comunes las extorsiones desde las cárceles, precisamente los sitios desde donde no debería ocurrir semejante delito. Los extorsionistas se identifican como un jefe guerrillero o paramilitar, y suelen tener distintas carretas para abordar a sus víctimas. Es común que les digan que no quieren dinero sino que pidan medicinas imposibles de conseguir o munición para sus armas, con lo que el extorsionado mismo propondrá que prefiere entregar una suma de dinero que aceptar la complicación de comprar los elementos exigidos. En otras oportunidades, el extorsionista amenaza de entrada a su víctima con matarla o con hacerlo con miembros de su familia.

Otras extorsiones son hechas en persona por bandidos de distintas organizaciones o por los que se hacen pasar como miembros de tales, que van directamente a las tiendas de los barrios o los negocios de distintas partes de la ciudad. El miedo a denunciar es la mayor ayuda que las víctimas les hacen a sus victimarios.

Por eso es una gran noticia que el Gaula de la Policía Nacional declaró ayer al mercado de Bazurto como “zona libre de extorsión”. Esto no quiere decir que en ese lugar no haya más extorsiones, pero sí quiere decir que la Policía se ganó la confianza de un grupo suficientemente grande de comerciantes como para hacerle frente a este flagelo y hacerle perder su momentum. El boletín de la Policía decía ayer que los comerciantes “se unieron de manera unánime a la campaña ‘Yo no pago, Yo denuncio’”, y que “35 personas fueron judicializadas en 2013, 2014 y lo corrido del presente año”. Y entre 2013 y 2015 solo se reportaron 16 casos de extorsión en Bazurto.

El éxito de esta campaña con seguridad se debe a la confianza desarrollada entre el Distrito, la Policía y la comunidad, que de otra manera jamás denunciaría a ninguno de los avivatos torcidos que tratan de vivir del trabajo honrado de los demás.

Esta campaña es una buena noticia cuyo éxito debe extenderse al resto de la ciudad, incluyendo el área rural de Cartagena, en donde la población también sufre el flagelo de la extorsión.
 

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