Editorial


La falacia de las protestas y bloqueos

EL UNIVERSAL

07 de julio de 2016 12:00 AM

Las distintas protestas en Cartagena por variados grupos de interés, la mayoría legítimos, pretenden llamar la atención de las autoridades mediante “movilizaciones”, eufemismo para marchar en las calles y obstaculizar el tráfico, lesionando así los intereses y derechos de miles de cartageneros.

Cada vez que se interrumpe el tráfico, que suele ser la medida del éxito de muchos de los organizadores de estas movilizaciones, o al menos de grupúsculos dentro de ellas, se perjudica a grandes cantidades de gente común y corriente.

A la que va y viene del trabajo y debe cumplir horarios, a la que va a una cita para conseguir empleo, a quien va para donde un médico a atender su salud o la de un hijo, a quien va a socorrer a un pariente o amigo enfermo que no se puede valer por sí mismo, a quien va a comprar víveres para su familia a un mercado o supermercado, a quien lleva a su hijo al colegio o a alguna actividad extracurricular, en fin, el daño a la gente cartagenera sin arte ni parte en los motivos de la protesta, es enorme.

Una protesta con ese efecto no puede ser meritoria, ya que perjudica a toda la ciudadanía. Y sobre todo, no puede ser muy productiva, porque quienes protestan se ganan  la antipatía de todos los ciudadanos perjudicados, de los que pudieron serlo, y de los que se percatan de la protesta aunque esta no los toque a ellos.
Como mencionamos aquí hace poco, está de moda entre algunos líderes armar movilizaciones y llevar a sus seguidores -a veces rebaños- a protestar justo a la calzada exclusiva de Transcaribe, atacando al único sistema de transporte público digno y barato que tienen los habitantes populares de Cartagena.

¿Cuál es la gracia? ¿Cuál es la ganancia política? ¿Cuál es el mérito social de este atentado contra los derechos de los demás?.

Es una incoherencia protestar alegando buscar justicia social, democracia, equidad y todos los demás conceptos sociales convertidos en eslogans, cuando la supuesta ganancia se pretende hacer perjudicando a grandes mayorías que nada tienen que ver con las causas de las protestas. Admiramos las marchas que no impiden la movilidad de la gente, o al menos que la impiden en menor grado, pero las que hacen lo contrario solo tienen deméritos.

Una protesta ayer por la contaminación de la bahía de Cartagena, entre otros motivos, bloqueó brevemente la entrada por el canal de Bocachica, como si perjudicar los 53 puertos y a sus trabajadores fuese a limpiar la bahía como por arte de magia. Para tener coherencia, sus líderes deberían organizar también la descontaminación de las calles y riberas de los pueblos insulares de la basura plástica que botan sus habitantes por doquier.

Tiene que haber una manera socialmente más productiva para protestar, que la falacia de hacerlo en perjuicio de la gran mayoría de los ciudadanos.

 


 

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