Editorial


La Iglesia Católica se transforma

EDITORIAL

12 de septiembre de 2015 12:00 AM

La disolución del matrimonio católico siempre ha sido un proceso engorroso y largo, fundamentado en el principio de que es para siempre y solo circunstancias extraordinarias ameritan una separación. En un paso más por renovar todas las costumbres de la Iglesia, el papa Francisco resolvió también cambiar radicalmente ese asunto, y dictó unas leyes de motu proprio, mediante las cuales ordenó que la declaración de nulidad sea posible después de “una sola sentencia”, lo cual busca, según explicó él mismo al anunciar las nuevas normas, atraer a un sinnúmero de fieles que se han ido alejando porque siente que el catolicismo no se ha ido adaptando a las transformaciones de la sociedad, y en consecuencia no se sienten representados por ella moralmente y en la vida diaria.

Recientemente, el Papa había dicho que las mujeres que abortan, si se arrepienten, pueden recibir la absolución por parte de un sacerdote y no necesariamente de un obispo, con motivo del Jubileo o Año Santo. Durante mucho tiempo la Iglesia ha condenado el aborto, y solo impartía el perdón a las mujeres que lo hacían, mediante un ritual en que participaba un alto prelado. Con estos cambios, el Papa quiere dejar sentado que es más importante el sentimiento de la persona con respecto a Dios, que los aspectos puramente formales que dicta el ritual. Ya anteriormente el papa Paulo VI había introducido algunos cambios, no tan drásticos como Francisco, como oficiar misa en español (se decía en latín) y de frente a los feligreses.

Es probable que vengan más cambios, pues este pontífice se ha caracterizado por privilegiar los profundos pilares del mensaje cristiano, por encima de los principios protocolarios de la Iglesia, convencido de que son leyes del hombre. Para él, los pilares de la doctrina están en el corazón humano y no en las reglas de comportamiento vacías. Fue lo que toda su vida se pasó Jesús enseñando.

En cuanto a los trámites de separación conyugal, es especialmente inflexible en que no deben durar los cinco o más años que demanda hoy ni ser oneroso, como lo es. Según el Papa, “los trámites no deben costar un solo peso, como no debe costar el amor de Cristo”. Qué magnífica enseñanza para quienes creen y pregonan que para obtener la salvación hay que dar dinero. Acordémonos que en la “Divina Comedia” quienes trafican con las cosas de Dios están en uno de los círculos del infierno.

Francisco continúa su marcha para adaptar la milenaria Iglesia a los cambios en la dinámica social, sin traicionar los principios básicos de la fe cristiana, entre ellos el amor y la compasión. Darles una salida sencilla a quienes están atrapados en un matrimonio que no es edificante, es muestra de ello.

Pese a las opiniones y críticas que generen sus posturas y órdenes, el Papa le está dando frescura a la fe.

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