Editorial


La inseguridad

Cartagena era una ciudad tranquila, pacífica, donde la gente dejaba los portones abiertos y no había sino unos cuantos ladrones que todos conocían. El sábado atracaron a una persona en la puerta de su casa en el Centro Histórico, cuatro hombres armados y que escaparon en un taxi, y ese es solo uno de muchos casos que se presentan a diario en todos los rincones de la ciudad, al punto de que la gente está desesperada y ha decidido tomar la justicia por su cuenta y se han presentado varios linchamientos de personas que se presume que son antisociales.

En el caso del Centro, todos los días siguen atracando a propios  y turistas, usando la estrategia de ir acompañados de taxistas y no se ha adoptado un plan para capturar a los culpables. Muchas veces se llama por teléfono al cuadrante respectivo, pero no contestan o la Policía se niega a moverse del lugar, como ocurrió -según nuestra fuente- el día y en el sitio que mencionamos al principio. Antes se podía controlar a los malandrines, pero ahora, las bandas criminales se han tomado muchos barrios de la ciudad y no se puede frenar una de sus operaciones que es el atraco callejero. 

Con la complicidad de empleados bancarios, los delincuentes asaltan a sus víctimas a la puerta de las instituciones o en cualquier lugar. Nadie dice o hace nada, porque temen las represalias. Hace varios años, los ladrones se limitaban a robar; hoy en día, las víctimas corren el peligro de perder la vida o quedar seriamente heridos. Este es una de las mayores circunstancias que atentan contra la vida local y el turismo, pues la mayoría de las víctimas son visitantes, quienes se encargan de divulgar la grave situación de inseguridad que padecen los sitios más atractivos de la ciudad, sin que las autoridades actúen como debe ser.

La inseguridad urbana es una grave dificultad que debe ser afrontada por todos los sectores de la sociedad, empezando por los ciudadanos, que deben adoptar las medidas de precaución necesarias. Siguiendo con los agentes de policía, que en todo momento deben estar dispuestos a defender a la comunidad de quienes intentan quitarle sus pertenencias. Y sigue, además, con la Administración distrital que debe poner en marcha una política pública de seguridad.

En lugar de la justicia propia, la comunidad debe acostumbrarse a denunciar. Esa es la única manera de que los antisociales recibirán un castigo acorde con su delito. De otra manera, se saldrán con la suya y seguirán atracando gente, sean propios o extraños. Las autoridades deben ser más receptivas, atendiendo con eficiencia las denuncias de la comunidad. Cualquier negativa a actuar o cualquier indiferencia la disuadirá de actuar conforme a la ley y reforzará la actitud de castigar por su cuenta, originando situaciones equívocas en las cuales un inocente puede perder la vida o quedar herido. La justicia, por su parte, debe actuar pronta y cumplidamente, pues no hay mayor estímulo a la inseguridad que la impunidad.

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