Editorial


La inseguridad

Hay dos causas principales de la inseguridad en Cartagena: los ajustes de cuentas entre bandas criminales y del narcotráfico, y las peleas de pandillas por territorios o asuntos baladíes.

La primera requiere una acción nacional porque no puede solucionarse aquí, ya que las bandas criminales operan en todo el territorio nacional; la segunda intenta ser solucionada por el Gobierno distrital, a través de campañas de paz, en las que se intercambian armas por otras cosas más productivas

Pero no bastan simples campañas, hay que generar empleo para los jóvenes y salvarlos de ser captados por los grupos criminales dedicados al microtráfico.

En realidad, los pandilleros –o jóvenes en riesgo- nutren esas organizaciones delincuenciales, que no persisten sin la ayuda de muchos jóvenes que no estudian y se forman en medio de las mayores condiciones de pobreza. Para sobrevivir, muchos de estos jóvenes despojan a los demás de sus pertenencias, y para ello no dejan de matar o herir sin remordimientos de conciencia, al fin y al cabo, así aprendieron y así siguen aprendiendo, de la mano de muchos adultos perversos.

Lo cierto es que las calles de esta ciudad se han convertido en territorio vedado al disfrute de la gente, pues poco a poco se han transformado en peligrosas, porque ya los delincuentes no se dedican solo a robar, sino que matan o agreden sin salvedades de ningún caso.

Los ajustes de cuentas son un problema de marca mayor, que precisa de la acción decidida de las autoridades nacionales, a través de operativos especiales que desmantelen e inutilicen a estos grupos. Lo preocupante es que están cogiendo a Cartagena como centro de sus querellas y aquí actúan, en medio de la más grande libertad.

Esas bandas son las que dañan muchos barrios de la ciudad, convirtiendo a sus jóvenes habitantes en atracadores y asaltantes, que no respetan nada y que paulatinamente se van apoderando de los sitios más emblemáticos de esta capital, y si no son frenados a tiempo, transformarán a Cartagena en un imperio del crimen. Sobre todo porque la Policía los captura y luego las demás autoridades los sueltan.

De por sí, varios delincuentes dicen que este es el paraíso de la impunidad, porque duran apenas minutos detenidos. La lucha contra las pandillas y los grupos criminales es dura y larga, pero precisa del concurso de todos para ser exitosa.
Es necesario fomentar la educación y el deporte como formas de mantener dentro de los valores a cientos de jóvenes que hoy vagan sin futuro por muchos sectores de la ciudad. Las campañas deben ser continuas y consistentes, una política de estado y no la veleidad del mandatario de turno.

Los habitantes de Cartagena han identificado la inseguridad como el principal problema de esta localidad, y es hora de encararlo con la mayor contundencia posible.

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