Poco a poco hemos visto cómo la antes apacible Cartagena, donde no pasaba nada, se volvió un sitio inseguro. Esta inseguridad no se limita a los barrios de estratos bajos, desatendidos durante décadas y en los que por lo mismo pululan las pandillas, cuyo nombre políticamente correcto ahora es “jóvenes en riesgo”, sino que ya la inseguridad la hay en cualquier parte, incluyendo a los barrios de estratos altos.
No es que sea peor que los crímenes ocurran en los barrios de los ricos que en los de los pobres, sino que esta última ocurrencia es un indicio de que la criminalidad está desbordada y le toma ventaja a las autoridades, a pesar de que estas hacen grandes esfuerzos por proteger a la ciudad y a sus habitantes, y hacen muchas operaciones exitosas.
Ya es común leer a cada rato en las redes sociales que unos motociclistas atracaron a un niño en el sector turístico y le quitaron la cartera y el celular, o que a una señora le pusieron un cuchillo en el cuello para robarle sus joyas, o que en tal o cual banco hubo un “taquillazo”, que quiere decir que se robaron el efectivo que aún no estaba guardado en la caja de la entidad. Cualquier evento de estos, solo, hubiera sido un escándalo hace unos años, y lo hubieran comentado durante semanas, pero ahora estos hechos se suceden uno a otro.
Hace poco asesinaron a un policía en un presunto “plan pistola” que habría sido ordenado por la banda criminal ‘Clan del Golfo’, en represalia porque la Policía ha capturado a algunos de sus miembros y por otros operativos en su contra.
Por supuesto el hecho cumbre de nuestra delincuencia local por estos días ocurrió antier, cuando unos bandidos intentaron asesinar a otro que tenía la casa por cárcel en un edificio en Bocagrande. Para ello, al menos cuatro personas -los presuntos verdugos- se disfrazaron como funcionarios del Inpec y casi logran su objetivo, impedido por la policía del cuadrante que fue llamada al sitio por gente del edificio y por el propio presidiario. Al llegar, los uniformados fueron recibidos a bala de fusil y de subametralladora.
Afortunadamente, la Policía, con el respaldo de la Infantería, capturó eficazmente a dos delincuentes, ambos heridos en el tiroteo. La institución busca a otros que escaparon, quienes sin duda caerán, pero la balacera en plena Avenida San Martín de Bocagrande marca un hito de descaro y de desproporción en la escalada de los hechos delincuenciales locales.
Las ciudades del país están sitiadas por las bacrim de manera directa o indirecta, ya que controlan el microtráfico creciente y a través de este promueven la delincuencia común y las mafias violentas locales, incluidas las pandillas reclutadas, que ya tienen más que territorio por el cual pelear. Y es probable que ahora haya el nuevo elemento de exguerrilleros en esta mezcla peligrosa con muchos de los desmovilizados que recaigan en la vida criminal.
El Estado debe plantear una nueva estrategia de seguridad en el país, y por supuesto, en Cartagena.
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