Editorial


La lucha contra el Sida

Cada primero de diciembre, millones de personas en el mundo participan en actos, en el Día Internacional de Lucha contra el Sida, para recordarle a la humanidad el terrible impacto de esta enfermedad, que sigue dejando numerosísimos muertos y contagiados con el VIH cada año.

Estas jornadas de concientización han tenido buenos resultados, pues según ONUSIDA, la agencia de la ONU que se ocupa de coordinar los esfuerzos globales para combatir el Sida, las nuevas infecciones por VIH en 2012 fueron 2,3 millones, una disminución del 33% desde 2001, y hubo 260.000 nuevos contagios en niños, un 52% menos respecto de esa fecha.

Pero como el año pasado había 35,3 millones de personas viviendo con el VIH y desde el inicio de la pandemia del sida, unos 75 millones de personas han resultado infectadas, es obvio que queda un largo camino por recorrer para vencer ese mal.

Lo más grave de este peligro mortal es que, a pesar de la amplia información y de las campañas educativas, todavía la prevención y el tratamiento de la enfermedad están rodeados de tabúes y odiosas discriminaciones, pero parece que por fin vamos entendiendo y ese entendimiento se refleja en la reducción de casos.

Hace muchos años, el expresidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, que ha sido durante años un decidido activista de la lucha contra el Sida, dijo que el problema para combatir el mal era que los gobiernos estaban reduciendo la gente afectada a simples números estadísticos, sin compromisos humanitarios ni acciones decisivas.

Es evidente también que a medida que la industria farmacéutica ha dejado de ser una barrera enorme para los esfuerzos contra el VIH, y que el acceso al tratamiento antirretroviral se expande, las mortandades aterradoras de hace 5 años han empezado a ceder.

En 2012 unas 9,7 millones de personas en países de ingresos bajos o medios tenían acceso a tales tratamientos y la ONU se ha propuesto llegar a 15 millones de personas antes de 2015.

Pero la batalla es dura aún, pues unas 10 millones de personas en el mundo no reciben los medicamentos pues muchos laboratorios siguen considerándolos un producto comercial del que sacar provecho.

El optimismo de avanzar cada vez más en la lucha contra el Sida no es ilusorio, porque ONUSIDA y la Organización Mundial de la Salud siguen con su campaña para ayudar a simplificar el uso de la terapia antirretroviral, garantizar el suministro de las medicinas y crear un sistema que difunda en todos los rincones la información más reciente sobre el VIH.

Aunque prevenir y tratar masiva y equitativamente el Sida pueda seguir siendo un reto de grandes proporciones, es un propósito urgente y necesario, porque todavía mueren 1,6 millones de personas anualmente.

Por eso, corresponde a cada uno de nosotros aportar nuestro granito de arena, en ejercicio de la solidaridad humana, y en previsión también de un futuro sano para nuestros hijos, porque el Sida puede atacar a cualquiera.

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