Editorial


La mujer en la sociedad

EDITORIAL

11 de octubre de 2014 12:02 AM

Los fenómenos musicales, éxitos de una temporada, sirven como radiografía para analizar las tendencias de un grupo en particular de la sociedad. Conviene estar al tanto de las vanguardias y su avanzada o movimiento artístico.

A principios de la semana se publicó en la Web de El Universal un reportaje que anunciaba una de las canciones de moda: ‘La cantúa’. Sin embargo, el artículo, uno de los más leídos y comentados de la edición digital, generó en su mayoría indignación en buena parte de los foristas. Las críticas apuntaron a la vulgarización no sólo de la letra de la canción que se refiere a las mujeres de proporciones anatómicas grandes desde una perspectiva evidentemente sexual, sino por el contenido audiovisual en el que algunas  jóvenes contoneaban su exuberancia ofreciendo un espectáculo sobre la barra de un local y en una de las playas de la ciudad.

Algunos lectores se limitaban a criticar al género musical, otros abrigaban juicios machistas y en general todos se mostraron escandalizados por el tipo de mensajes que recibía y generaba la audiencia juvenil.

La coyuntura es apropiada para repensar el rol de la mujer en nuestra sociedad y aclarar conceptos que limitan su participación real en un contexto que va más allá del usufructo publicitario de su sexualidad y sensualidad.

No hay que desconocer la historia ni tampoco todos los movimientos por los derechos de las mujeres que desde comienzos de los años sesenta cambiaron los paradigmas sociales en lo que se conoció como Contracultura, es decir, la realización de las aspiraciones de un grupo social marginal. Las revoluciones feministas dieron como resultado una ampliación del concepto de libertad y pluralismo.

Se cuestionó el papel de la mujer en la política, el derecho al voto, el control de sus ciclos de fertilidad y uso de anticonceptivos, su capacidad de decisión dentro de las organizaciones. Estos movimientos de mujeres atacaron la radicalidad de los valores y formas sociales establecidos durante todo el siglo XX.

Fue una construcción que requirió sobre todo coraje. Incluso, después de la Segunda Guerra Mundial en la que las mujeres empezaron a tener cierto tipo de autonomía y a usar pantalones en las fábricas que sustentaban el poder bélico, puesto que los hombres habían ido todos para el frente; su espacio se limitaba al mundo del electrodoméstico. Las mujeres volvieron a cuestionar este mundo que las confinaba a una especie de campo de concentración confortable en donde no les faltaba nada, salvo decidir por sus vidas.

Por todo ello conviene preguntarse qué ha venido pasando con la mujer hoy en día y hacer justicia con la historia universal aboliendo los nuevos márgenes de exclusión que se ciernen sobre ellas. Los mensajes tan simples como los de las canciones de estribillos pegadizos no pueden estar fundamentados en ideas de prepotencia de los hombres porque de esa manera se niega a la mujer como sujeto y se profundiza la idea de la dominación masculina. Tomarse a la ligera este tipo de anuncios machistas es igual a legitimar estructuras que promocionan la inferioridad de la sexualidad femenina.

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