Editorial


La paz incompleta

EDITORIAL

22 de junio de 2016 12:00 AM

La paz es un requisito indispensable para que Colombia pueda progresar en todo sentido: en derechos humanos, económicamente, en la cultura, en la colaboración entre regiones, en la autonomía regional, en educación, en infraestructura, en salud pública y demás.

La paz exige derrotar o negociar con los alzados en armas que dicen luchar por ideales políticos, y terminar militar y judicialmente con los grupos criminales que se tratan de disfrazar de actores políticos rebeldes, cuando su móvil principal es obtener dinero a través del narcotráfico, la minería ilegal, el secuestro, la extorsión y otras formas de delincuencia organizada.

Pero no hay organizaciones puramente ideológicas, ya que todas incurren en mayor o menor grado en el narcotráfico, secuestran, extorsionan, hacen minería ilegal, organizan el microtráfico en las ciudades, además de participar en distintas actividades ilegales que a su vez causan otros crímenes: peleas a muerte por corredores del narcotráfico, por zonas urbanas donde distribuir drogas, y atracos a particulares, entre otras.

El presidente Santos trata de convencer al país y al mundo de que negociar con las Farc traerá la paz y no es cierto. Desactivar a las Farc militarmente, desde luego, sería importantísimo, pero sería apenas un peldaño hacia la paz. Tratar de vender esa negociación como la gran solución nacional es una inexactitud enorme.

El presidente Santos dijo el jueves pasado en el Foro Económico Mundial, en Medellín, que “si el plebiscito no se aprueba volvemos a la guerra, así de sencillo, no es que vamos a volver a la mesa de negociación, volvemos a la guerra. Esa es la verdad”, y luego dijo tener información “amplísima” de que las Farc harían “una guerra urbana”. Después anunció más impuestos, ya no para financiar la paz como había dicho, sino para la guerra que llegaría al fracasar la paz con las Farc. Estos comentarios ocasionaron que al presidente Santos le hayan dicho desde cobarde hasta mentiroso en distintos medios radiales y escritos, nacionales e internacionales. Sería mejor que le dijera a los colombianos que la paz con las Farc es un gran primer paso, pero no que es “la” paz.

El manejo de la negociación en La Habana, empujándola a costa aun de la veracidad, creó gran desconfianza en el país, no solo en la oposición, sino en la gente del común, como lo demuestran las encuestas.

El tiro de gracia a la confianza en la paz con las Farc se lo dio el propio presidente metiéndole miedo a Colombia con la guerra urbana que se recrudecería, porque en las ciudades vive el 76% de nuestra población desde 2015, según el Banco Mundial. Es decir, 76% de quienes votarían el plebiscito para aprobar o desaprobar la paz con las Farc. Y además dio la impresión de que las fuerzas armadas eran incompetentes y el país quedaría a merced del terrorismo.

No han sido unos días buenos para creer en la paz, especialmente en la paz completa que necesitamos y que exigirá tesón y paciencia, y unas fuerzas armadas más fuertes que nunca.

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