Antier, el vicepresidente Germán Vargas Lleras exhortó a los congresistas desde Buenaventura, en donde fue a la reunión de la Comisión Colombiana del Océano (CCO), a tramitar “(...) dos importantes proyectos de ley que buscan regular los temas de pesca ilegal, y las medidas para la protección y defensa de las playas marinas y terrenos de bajamar”, según comunicado enviado por la Vicepresidencia antier.
Vargas Lleras dijo, entre otras cosas, que “(...) no es posible que sean capturadas personas haciendo pesca ilegal y que se tengan que dejar en libertad sin ninguna sanción ejemplarizante”, y reclamó “(...) una nueva reglamentación para evitar la pesca ilegal en Colombia, que está acabando indiscriminadamente con las especies marinas”.
Esperamos que este proyecto de ley se refiera no solo a los pescadores pobres que no respetan vedas ni artes de pesca al usar redes de ojo pequeño que acaban con peces juveniles, sino también y especialmente a los pescadores organizados, con barcos modernos y eficientes, y con buen entronque en el mundillo de las licencias de pesca, que lanzan palangres, la forma más destructora de explotar el mar y sus especies pelágicas, es decir, las que no viven en los arrecifes, sino que se mueven por el Caribe buscando su comida, representada por cardúmenes de peces más pequeños, los que a su vez se mueven según las corrientes y las temperaturas del agua.
Los palangres, como recordará el lector, son líneas de cientos y miles de metros soportadas por flotadores, de la que penden también miles de tramos de cordel en intervalos de algunos metros, con un anzuelo y su carnada. Los palangres los van desplegando los barcos pesqueros especializados mar adentro en este oficio depredador y allí caen peces, adultos y juveniles, pero también tiburones, tortugas y hasta aves marinas. Los tiburones son cosechados solo por sus aletas, que les cortan estando vivos o muertos, y luego los arrojan al agua.
Un barco deposita varios palangres en el agua, los que tienen una radioboya en un extremo, y son activadas horas después para encontrar el palangre y cosechar su pesca numerosa y ambientalmente insostenible.
Esperamos que el vicepresidente Vargas Lleras esté enterado de estas prácticas destructivas en aguas colombianas, a veces de forma pirata, pero la mayoría del tiempo con una licencia otorgada por la entidad colombiana autorizada para expedirlas. Ojalá que los grupos de presión a favor de esta pesca infame no hayan ganado el oído del vicepresidente Vargas Lleras, aprovechándose de su buena fe y su talante de gestor en caliente.
Los palangreros no son bien controlados ni se justifica lo que le pagan al país comparado con el daño irreparable que le hacen a sus recursos pesqueros.
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