Editorial


La pólvora, la que peor quema

EDITORIAL

09 de diciembre de 2016 12:00 AM

Antier fue lanzada en la casa de la Fundación Surtigas una campaña para proteger a los niños contra las quemaduras por pólvora en las navidades que se avecinan, promovida por la primera dama del departamento de Bolívar, Liliana Majana, por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), y la Fundación Piel del Alma, entidad cartagenera que salió a la luz pública en el mismo evento que ayudó a promover antier.

Como plato fuerte del evento participó la cirujana plástica Patricia Gutiérrez de Reyes, quien dirigió durante 30 años la unidad de Quemados del Hospital Simón Bolívar, en Bogotá, y ahora dirige el Programa de Excelencia de Quemados, y quien entre otras cosas, lideró el apoyo médico a Natalia Ponce, quemada con ácido por un demente. Gutiérrez de Reyes es una crítica seria y bien documentada acerca del uso de la pólvora, cuyos daños ha tenido que subsanar con su equipo médico en adultos y en niños, conociendo de primera mano la severidad de sus estragos.

Por su parte, la Fundación Piel del Alma pretende “apoyar a niños quemados de poblaciones vulnerables y sus familias”, dar información para evitar que se quemen los niños y enseñar a actuar en emergencias, apoyar a niños quemados y a sus padres en Bolívar y Cartagena, y tratar de gestionar una unidad de quemados especializada en Cartagena. El Universal lleva muchos años haciendo una campaña contra todas las actividades en las que pueden resultar quemados los adultos y especialmente los niños, y se identifica con los objetivos de la campaña conjunta que acaban de emprender.

Cartagena no escapa a la fascinación con la pólvora dadas las tradiciones de las Fiestas de Independencia, en donde los buscapiés fueron el súmmum de los artefactos con pólvora, usados de manera irresponsable en medio del espíritu transgresor normal de los jolgorios, pero con consecuencias imposibles de justificar.
En las estadísticas de los quemados por pólvora ninguna es bajita ni insignificante, ni se puede justificar la tortura terrible de las quemaduras y sus consecuencias de una sola persona, adulto o niño, con el argumento falaz de que participó mucha gente y a la mayoría no le pasó nada. Un solo quemado con pólvora es injustificado, no importa cuántos más salieron ilesos.

La pólvora es la más injustificada de las quemaduras porque no la necesitamos para vivir, aunque no es la única: hay accidentes caseros con agua hirviendo, aceite de cocina caliente, velas, por cortocircuitos, por manipular cables eléctricos y por muchas otras razones, todas peligrosas.

La pólvora, sin embargo, debe ser abolida salvo para espectáculos profesionales. Venderla al público sugiriendo usarla solo los adultos con responsabilidad es un argumento de mercadeo perverso, ya que este elemento tan peligroso no debe ser vendido libremente porque de los mayores se filtra a los menores y nada justifica que alguien se queme innecesariamente.

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