Editorial


La Popa necesita que la dejen en paz

El alcalde (e) Sergio Londoño Zurek lidera el proyecto que convertiría a La Popa en un “Bosque de paz”, basado en la Resolución 470 del 2017, del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. Esta figura, con financiación internacional, crearía proyectos productivos sostenibles para no ocasionar impactos negativos, e involucraría en ellos a la población del cerro, la que recibiría entrenamiento y educación. Habría también un sendero ecológico, que en la práctica seguramente serían varios de estos interconectados, en el que los locales guiarían a los visitantes, instruyéndoles acerca de la flora y fauna del lugar. Los ‘guardianes de paz’, quienes serían los guías, serían jóvenes pandilleros rehabilitados. Y además de los anteriores atractivos de La Popa, está también el religioso y monumental, dado el convento construido en su cima.

El eje de esta iniciativa sería reforestar el cerro de La Popa, lo que implicaría, ojalá, reubicar a sus habitantes en ciertos sitios seguros en cuanto a derrumbes y aludes, y proteger celosamente que el cerro no siga siendo invadido ni en un solo centímetro adicional, en lo que todas las alcaldías han sido un fracaso contundente. Sería ideal que este proyecto ofreciera la opción a la gente de abandonar el cerro para ir a barrios organizados y formales en otra parte de la ciudad, para así recuperarlo de verdad y proteger sus taludes.

Como hemos dicho varias veces en este espacio, los invasores, para ‘sacarle’ lotes al cerro, hacen cortes de 90 grados en los taludes, que son los soportes de la montaña y la van debilitando así por todas partes, y la gravedad podría algún día ‘reacomodar’ el cerro mediante varios derrumbes con consecuencias graves para los habitantes de La Popa y para los barrios que están debajo. Urge recuperar esos sitios horadados para salvar los que tengan remedio con vegetación y protegerlos de la erosión.

Recuperar la fauna nativa también debería ser el resultado de este proyecto, tanto de animales, insectos y aves, lo que iría redondeando la ecología del lugar, incluidas por supuesto las avispas y demás insectos para asegurar una buena polinización de las plantas del cerro.

El proyecto Bosques de paz, que es muy bien intencionado y es un excelente primer paso para recuperar el cerro, debe cuidarse de no ser un imán para nuevos invasores para La Popa, por lo que hágase lo que se haga, es indispensable una vigilancia efectiva día y noche, para que no se repita lo de siempre: que las invasiones sigan copando el cerro.

 

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