Editorial


La Proclamación salió del limbo

La Gobernación anunció que (al fin, decimos nosotros) hay luz verde para reconstruir el Palacio de La Proclamación, es decir, la antigua Gobernación de Bolívar, que se convertirá en el “Centro regional para el desarrollo de las artes, la cultura y las artesanías de Bolívar y el Caribe,  o:  ALMA, El origen de las cosas”, primero mediante permiso del Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena (IPCC) otorgado desde diciembre pasado y luego a través de la Resolución 3441, de la Dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura, recientemente emitida después de larga y agria espera.

Es bien sabido que este edificio se caía a pedazos, literalmente hablando, y que aunque estuviera en el mejor de los estados, era ya muy pequeño para las necesidades de la Gobernación de Bolívar que ahora arrienda espacios en varias partes de la ciudad para poder funcionar. Lástima que tuvo que esperar casi un año para que fuera aprobado el trabajo, tiempo que se hubiera podido usar para adelantarlo mucho más.

El Director de Patrimonio del Ministerio de Cultura, el mismo que se niega a dejar que Cartagena reconstruya su pista de patinaje en el Parque del Centenario, objetaba de forma dictatorial los planos de este proyecto, por lo que para solucionar el diferendo, el Ministerio de Cultura tuvo la sensatez de nombrar tres jurados para examinar la propuesta y luego de algunas modificaciones aceptadas de buena gana por la contraparte local, el proyecto fue autorizado.

La Alcaldía de Cartagena estudia las connotaciones legales de ser Distrito, lo que debe incluir que no debemos depender de Bogotá -es decir, del centralismo obtuso del que nos dan muestras una y otra vez-, para manejar el patrimonio histórico de la ciudad, como por ejemplo, poder reconstruir la antes mencionada pista de patinaje que  permitía practicar este deporte en el que Cartagena y Bolívar son potencia nacional y mundial, en buena parte gracias a que el semillero inicial de patinadores nació allí.

Tanto poder no debería estar concentrado en una sola persona. Gracias entonces a la intervención de la Ministra de Cultura y de profesionales capaces, se podrán arrancar unas obras que enriquecerán el tejido cultural de la ciudad y del país y a la vez albergarán algunas áreas para uso de la Gobernación, como un despacho protocolario y una sala de juntas.

El inmueble será “limpiado” aún más de los elementos que lo tugurizaron para poder albergar la cantidad de personas que llegaron a laborar allí, tales como particiones y entrepisos no incluidos en los planos originales, y afortunadamente está avanzada esta labor, por lo que ya no tiene peligro de caerse.

En el Centro Histórico conviven dos estilos arquitectónicos, el colonial y el republicano. La Proclamación es un ejemplo de este último, prueba de que aunque hay que cuidar ambos con reglas estrictas, no se puede llegar a fundamentalismos ni a posturas energúmenas e insensatas so pretexto de proteger uno y otro.

Arreglar este palacio le garantiza a la ciudad conservar otro bien público que la enriquece más. Menos mal que ya salió del limbo.

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