Editorial


La sequía y la tara de no planificar

EDITORIAL

26 de julio de 2014 12:02 AM

Deberíamos tener un plan maestro de manejo de aguas que incluya la ciudad y sus corregimientos insulares y rurales.

Hace dos días la compañía Acuacar informó en El Universal que no le temía a la sequía y que estaba preparada para afrontarla de varias maneras: tiene las ciénagas que surten sus bombas llenas, y el Canal del Dique no se ha secado y es improbable que lo haga porque le dragan las bocas para mantenerlo navegable. Acuacar tiene una bomba especial montada en flotadores que puede tomar agua del canal hasta el último momento, en el caso hasta ahora hipotético de que se secara.

Todo lo anterior no es motivo para despilfarrar agua en la ciudad y los usuarios deben cuidarla con celo y responsabilidad, pero al menos la empresa de acueducto da un informe que tranquiliza.
Sin embargo, nos preocupa muchísimo y así lo hemos expresado con frecuencia en este espacio, que en la ciudad y el departamento se actúe casi siempre de emergencia ante fenómenos que están más que anunciados. Deberíamos tener un plan maestro de manejo de aguas que incluya la ciudad y sus corregimientos insulares y rurales.

Los veranos anormales como este son terribles, como ya estamos viendo por los desastres diversos en el país, pero también son la oportunidad para hacer obras en sitios que en años normales están demasiado mojados para meterles maquinaria a mover tierra. La idea es muy sencilla: en verano se deben construir las obras que permitan almacenar agua para el verano y que a la vez defiendan a ciudades y pueblos de las inundaciones.

Todos los sitios rurales alrededor de la ciudad que tienen una cuenca hidrográfica razonable deberían ser represados para aprovechar el agua en el verano, bien sea para consumo humano o para riego agrícola, según la situación de cada momento. Esas represas a su vez, si están bien hechas, sirven para controlar las crecientes y evitar o minimizar las inundaciones. Ninguna de esas obras se pueden improvisar y es indispensable crear un banco de proyectos que puedan ser desarrollados por el Gobierno o por particulares con una concepción integral.

Un ganadero le sugirió a El Universal hace dos días que el Gobierno debería estar bombeando agua del Canal del Dique a las ciénagas aledañas, de donde toman agua muchos pueblos y en donde hay fauna y flora que proteger. Ya vimos las imágenes de los chigüiros y ganados muertos en Casanare y es una catástrofe repetirlas aquí en vivo con la fauna y ganadería local, pero parece que eso es lo que pasará al paso que vamos.

El daño al campo no se puede resarcir de un año para otro, ya que aun si el año que viene hay lluvia normal, habrá que restablecer pastos y cultivos para que lleguen al mismo estado en que estaban al comenzar la sequía. En algunos casos eso puede demorar años.

Tenemos que cambiar los paradigmas que nos impiden planificar y que en cambio estimulan los comités de mitigación de desastres por encima de evitarlos, tara similar a la que ocurre en la salud, en donde tratamos enfermedades graves que pudieron prevenirse.

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