Editorial


La tenencia de animales

A pesar de que tenemos un ‘joven’ Código Nacional de Policía y Convivencia (Ley 1801 del 29 de julio 2016), que contempla normas y sanciones puntuales para los propietarios de animales domésticos en asuntos como la recolección de sus excrementos o la tenencia de caninos ‘potencialmente peligrosos’, sigue existiendo mucha irresponsabilidad de los propietarios para con sus mascotas.

Esto ha generado desde hace mucho tiempo problemas de convivencia que van desde una discusión hasta situaciones graves como pelearse e incluso atentar contra la otra persona, sea el reclamante o el propietario.

Abundan los casos del perro o del gato que instintivamente toman la costumbre, o son ‘habituados’ por su dueños (que es más reprensible), a defecar u orinarse en el andén, el poste, la raíz del árbol o la terraza del vecino, o en la zona común del barrio, y cuando el residente afectado con los fétidos olores o el excremento le reclama al dueño del animal, este muchas veces tiene la desfachatez de ‘enojarse’, y es cuando los ánimos toman temperaturas más elevadas.

Muchos casos en ese sentido han sido expuestos por ciudadanos ante este diario, como el del sector Dandy hace algunos años, cuando siete felinos aparecieron envenenados; también en Castillogrande, cuando una residente de la Avenida Piñango le expresó a este medio que estaba al borde del descontrol por culpa de un vecino insolente que todas las noches sacaba su canino para que hiciera sus deposiciones en la zona verde o antejardín de su casa (de la denunciante).

Pero en los populares barrios del sur de la ciudad, este tipo de situaciones son mucho más frecuentes, y también son más frontales las reacciones de la gente afectada, que al final procede con acciones drásticas y reprobables como la de envenenar al animal.

Sin embargo, la realidad es evidente: son víctimas quienes tienen que aguantarse que los gatos del vecindario se les estén defecando en el techo o en la terraza, sobre todo si estos simplemente han decidido no tener animales para evitar incomodidades.

No hay razón tampoco para que una persona tenga que aceptar que el perro del vecino le deje su excremento frente a su casa, cuando el afectado no tiene mascotas precisamente por la responsabilidad de limpieza e higiene que no se quiere echar encima.

Las autoridades a veces se han quedado cortas frente a la situación, porque las acciones que promueven apuntan más que todo a la mitad del problema, la que le habla a la sociedad de la protección hacia los animales y de los derechos de las mascotas y sus dueños, lo cual es cierto, pero esas autoridades sesgan la otra mitad, que es la de inculcar y exigirle directamente a los tenedores de animales domésticos, los deberes ineludibles que también tienen, entre ellos la responsabilidad grande al tener un animal, que en la práctica puede ser comparable a la del cuidado que se debe tener con un niño pequeño, al que hay que educar y cuidar con toda dedicación.

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