Editorial


La vida sigue igual

No hay ejercicio más útil para descubrir el rumbo y la velocidad del progreso de una ciudad que echar una ojeada a los periódicos de hace 6, 8 ó10 años, y comparar la vida y estructura urbana de entonces con la que se vive hoy.

En Cartagena, sin embargo, ese ejercicio depara sorpresas increíbles, porque lo que aquí se comprueba es que la ciudad no avanza con el paso de los años y sus problemas más apremiantes se  perpetúan en un tiempo detenido que nos tiene viviendo en el ayer constante.

Una de esas circunstancias intemporales la describíamos hace 7 años en este mismo espacio, y decíamos que en Cartagena coexisten características de la modernidad con algunas de atraso pueblerino, que no era raro, por ejemplo, “ir por el Corredor de Carga entre tractomulas, camiones y automóviles, y toparse de frente en cualquier curva con una carreta de tracción animal en contravía, o con motociclistas volándose el separador”.

Poco ha variado la situación desde 2006, excepto porque las carretas tiradas por caballos, burros o mulos famélicos transitan en contravía no sólo por esa vía sino por toda la ciudad y hay muchísimas más motos volándose cuanto separador se encuentran en su camino.

En otra ocasión, por esta misma época de comienzos de diciembre, hace más de 5 años, advertíamos sobre la necesidad de ofrecerles a los habitantes de Cartagena la garantía de que al salir a realizar sus compras navideñas, aprovechando las primas y bonificaciones, no iban a ser víctimas de los atracadores o fleteros.

Este año tenemos que volver a lanzar esa advertencia, porque como en un eterno déja vu, se empiezan a multiplicar los casos de despojo perpetrados por delincuentes armados con pistolas o cuchillos en los supermercados, cerca de los cajeros o en ciertos sitios concurridos.

Y tal como ahora, hace diez años, el Cuerpo de Bomberos advertía sobre el peligro de incendios en casas vulnerables debido a las instalaciones poco seguras de las luces de Navidad.

En algún editorial de hace 6 años decíamos que los funcionarios distritales se sentían tan sobrados que no asistían a las citaciones del Concejo, y no pasaba nada. Hace unas semanas, un concejal se quejaba de que ciertos secretarios no concurrían a las reuniones de esa corporación a las que habían sido requeridos, y sigue sin pasar nada.
Hace 8 años, el 6 de diciembre, publicamos una página completa con recomendaciones a los padres de  familia para que sus hijos pequeños no sufrieran las consecuencias de manipular pólvora la noche de las velitas, y tres días después, reseñamos que se habían presentado cuatro casos.

Alertamos en voz alta sobre la pólvora y sus riesgos, pero año tras año las mechas, tiritos, volcanes, estrellas, voladores, triquitraques y pitos rompen la oscuridad de la noche, encendidas por inexpertos y, lo que es peor, por niños.

Pero aunque año tras año nos decepcione tener que repetir las mismas advertencias y las mismas quejas, lo seguiremos haciendo, porque es nuestra misión.

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