El lunes 27 de marzo, la página de sucesos de El Universal dio cuenta de cinco homicidios entre la noche del 25 de marzo y la tarde del día siguiente. Dos de los asesinatos fueron en el casco urbano de Cartagena, a otra persona la asesinaron en el corregimiento de Tierrabaja y los otros dos casos ocurrieron en Turbaco y Marialabaja.
La mayoría de las muertes, ese fin de semana, fueron en riñas que se produjeron en menos de 15 horas. En el caso de Marialabaja, una mujer habría matado a su marido con un cuchillo. También con cuchillo mataron al joven de Turbaco. En Tierrabaja lincharon a un presunto ladrón; y en Cartagena balearon, luego de una pelea en una fiesta, a una mujer en el barrio Paseo Bolívar. Allegados de la víctima al conocer que murió, fueron a la casa del presunto asesino y como no lo encontraron, se la quemaron; mientras que en Villa Estrella asesinaron a balazos a un joven de 23 años.
“Otro fin de semana trágico”, ese fue el titular de nuestra página de sucesos en la edición de ayer.
Entre la madrugada y la tarde del domingo 2 de abril, “ocurrió otra racha de muertes violentas: en barrios de Cartagena mataron a seis personas, entre ellas un presunto delincuente que fue abatido por un policía, mientras que en la isla de Barú también ocurrió un homicidio”.
Parece una noticia repetida pero con diferentes víctimas, en la que la mayoría de casos relatados tiene como causa principal la intolerancia. En El Pozón, por ejemplo, resultó herida una señora de 45 años. Le dieron un balazo porque supuestamente lanzó una piedra a un grupo de jóvenes que estaban en una esquina. Luego se desencadenó una pelea en la que terminó muerto a puñal otro joven del mismo sector. Preocupa que el último fin de semana de marzo fuera sangriento y en el primer fin de semana de abril aumente la alarmante cantidad de casos. El alcalde Manolo Duque, al conocer la noticia escribió en Twitter: “Ante muertes violentas de este fin de semana, les aseguro que protegeremos la vida de los cartageneros y trabajaremos con las autoridades”.
Es cierto que se han tomado medidas, como prohibir el parrillero en motos en siete barrios, en los que desde entonces no han ocurrido sicariatos. Sin embargo, los fines de semana, al otro lado de la ciudad, son constantes los hechos violentos. Lamentablemente cada vez se están tomando más medidas de restricción, para tratar de devolverle la seguridad a Cartagena. Ya son 137 los barrios donde se prohíbe la venta y consumo de licor los domingos, después de 10 p. m., y los lunes, después de 8 p.m.
La Alcaldía no debe descansar hasta encontrar estrategias eficaces que lleven al cartagenero a pensar que se siente protegido de verdad. Desde la familia y con las pandillas, hay que seguir trabajando para que los casos de riñas e intolerancia disminuyan, y con estos, el desperdicio de vidas humanas.
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