Editorial


Lanchas de turismo inadecuadas

EL UNIVERSAL

01 de marzo de 2018 12:00 AM

Ayer publicamos la noticia en la página 08 de El Universal de varios pasajeros de lanchas turísticas que se golpearon o hirieron en el trayecto de regreso de las islas del Rosario debido al oleaje, encrespado por estos días de brisa continua, fuerte y amanecida. Lo normal de esta época es que las mañanas sean de mares quietos, o al menos tolerables, y que a partir del medio día, la brisa sople más duro y vaya encrespando el mar hacia el final de la tarde, y luego ceda en la madrugada, aquietando el agua matutina. Sin embargo, hay días en que la brisa no amaina y se le llama ‘amanecida’, en cuyo caso el mar está fuerte desde que amanece, hecho que ha ocurrido varias veces en estos días.

Lo prudente cuando hay brisa amanecida sería no salir, y con más razón en las embarcaciones de casco plano y borda baja, que a pesar de bajar la velocidad para no golpear tanto, no pueden evitar grandes porrazos que terminan incomodando a sus pasajeros en el mejor de los casos, e hiriéndolos en otros.

Las lanchas adecuadas para esta época son las que tienen casco en ‘V’ y una mayor amura, más aptas para navegar con mayor suavidad en los mares fuertes de la época. Las demás embarcaciones no deberían salir de la bahía con pasajeros.

Durante décadas hubo el recurso de ir a las islas del Rosario saliendo por Bocachica con el mar por la popa de la embarcación, y regresarse por la bahía de Barbacoas, protegida de la brisa fuerte del norte por la isla de Barú, entrando luego por el canal del Dique a través del caño de Lequerica, garantizando así la seguridad y la comodidad de los pasajeros de las embarcaciones turísticas.

Si no se restituye la navegación por el canal del Dique entrando desde Barbacoas, se debería prohibir terminantemente la salida de embarcaciones poco marineras -es decir, de casco plano- por Bocachica, porque ya se sabe que el regreso es incómodo y peligroso desde que se sale de las islas con el mar en contra, y muy especialmente cuando se pasa por Punta Gigante, con su gran oleaje causado por el choque de las corrientes del sur y del norte en ese área, en la que ocurren buena parte de los percances. Estos mares hacen evidentes todas las debilidades de las embarcaciones, tanto de diseño como de estado mecánico y general, y no perdonan.
Ojalá que las autoridades tomen decisiones de fondo acerca de la navegación en esta época para evitar todos los riesgos innecesarios en los que se incurre hoy.

 

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