Las playas de Crespo aledañas al túnel del mismo nombre son de las mejores de Cartagena, entre otras cosas, porque están muy bien protegidas.
Tienen los mejores espolones de la ciudad, lo cual quiere decir que aunque es probable que haya corrientes al lado de estos, son nuevos y están bien compactados.
Esto hace casi imposible que haya espacios abiertos en la estructura que permita que el agua los atraviese, motivo por el que los demás, que sí permiten este flujo, son tan peligrosos, ya que arrastran a los bañistas incautos e inexpertos contra las rocas, ahogándolos allí. Los nuevos espolones tienen entre 25 y 30 metros de base, una corona (parte superior) de 5 metros, y entre 100 y 110 metros de largo, lo que hace improbable que las corrientes normales a estas estructuras se formen cerca de la playa, donde se baña la mayoría de la gente, sino cerca de sus extremos, que son los que más interactúan con las corrientes, especialmente con la deriva litoral, que es predominantemente de norte a sur.
También hay que recordar que entre espolones hay una línea de bolsas grandes (‘big bags’) con material de canteras puestas allí para proteger el relleno inicial que le pusieron a la playa antes de la arena del dragado, creando una barrera que deberá llenarse de arena depositada allí precisamente por la deriva litoral hasta que las bolsas desaparezcan o tengan poca altura y no sean un obstáculo para los bañistas.
batería de bolsas la llaman “el muro sumergido” en alguna de la correspondencia oficial entre Planeación distrital y la ANI, y es una fuente legítima de preocupación el saber cómo está, por lo que el Consorcio Vía al Mar espera un video realizado en estos días de estos muros sumergidos para saber su estado entre cada pareja de espolones. Sin embargo, la Dimar, que antes había objetado el uso de estas playas por bañistas, conceptuó hace muy poco que ya deberían levantarse estas restricciones, aunque dejó claro que era una decisión de la Alcaldía.
Por otro lado, el Consorcio Vía al Mar le dijo ayer a El Universal que la compañía había puesto boyas de protección para los bañistas entre todos los espolones y habían sido cortadas por los pescadores artesanales. Estos y su actividad son otro componente de las playas y sus usos, acerca de los cuales debería haber un consenso. No pueden suponer unos ni otros que son los dueños exclusivos de la playa y que pueden hacer en ella lo que se les antoje, incluso destruir elementos de seguridad como las boyas.
Es indispensable moverse con celeridad las distintas entidades para despejar las dudas y generar confianza, aunque lo más probable es que estas playas ya se puedan usar con precaución. Nuestras orillas no son de aguas mansas ni lo serán nunca, por lo que siempre requerirán mucha prudencia de los bañistas y gran vigilancia de los salvavidas, y con ambas condiciones, ya podrían estar abiertas al público.
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