Editorial


Lo que vendría, lo más difícil

EDITORIAL

25 de septiembre de 2016 12:00 AM

Firmar la paz con las Farc tiene sus partidarios y sus opositores, aunque prevalece hasta entre muchos de estos últimos la idea para ellos pesimista de que el Sí ganará de manera cómoda, aunque este grupo se lo atribuya más que todo a la inversión y presión del gobierno Nacional para que sea así.

La paz que se firmaría sería con las Farc, no es una paz general para Colombia, que aún tiene que combatir al Eln y a las demás bacrim que siguen siendo un poder enorme y perverso. La paz con las Farc debería desmovilizar a unos 15 mil hombres entre guerrilleros y milicianos, que es una cantidad importantísima de personas para quitarle a la guerra. Será también muy importante, de ganar el Sí en el plebiscito, ponerse a trabajar para que la mayor parte posible de estas personas obtengan un trabajo honrado y formal, lo cual es un reto enorme pero que es indispensable asumir.

Ya el país sabe que habrá frentes de las Farc e individuos dentro de algunos grupos que no acatarán la paz y seguirán haciendo la guerra y practicando el narcotráfico. Tampoco creemos que los quintacolumnistas de las Farc cuya misión era infiltrar el Estado en sus diversas instituciones salgan a decir que se desmovilizarán, versus seguir allí en su labor silente pero efectiva como topos para darle la mano a la causa cuando sea necesario.

A pesar de toda la parafernalia nacional e internacional, la innegable emoción y conmoción de la firma del acuerdo de paz con las Farc pasado mañana aquí en Cartagena, de aprobarse el plebiscito como creen mayoritariamente los expertos que ocurrirá, lo que viene es la parte más dura: implementar los acuerdos firmados y sobre todo, financiarlos.

Hay algunos, como hemos mencionado en varias ocasiones, que caben en las afirmaciones de hace algunos años repetidas con frecuencia  por el presidente Santos que se deberían hacer  “con o sin las Farc”, como por ejemplo, mejorar la calidad de vida en el campo (salud, energía eléctrica, educación pertinente, vías terciarias y secundarias, agua potable, alcantarillado, internet, etc.), dotar a los campesinos de tierras decomisadas al narcotráfico, aumentar la productividad de la tierra, fomentar la seguridad alimentaria, además de atraer inversionistas al agro que ofrezcan empleo formal y que hagan alianzas justas con los campesinos. Ojalá que se imponga en todo la buena fe y el sentido común y no los dogmatismos absurdos, inamovibles y fracasados que tanto hemos oído a través de los años.

Y si por algún albur llegara a ganar el No y perder el Sí, que no es imposible que ocurra aunque quizá es bastante improbable por las razones antes mencionadas, también los colombianos deberán respetar la decisión plebiscitaria.

En todo caso reiteramos que debería prevalecer la convicción de que si ganara el Sí, lo más difícil vendría luego: implementar los acuerdos.

 


La paz que se firmaría sería con las Farc, no es una paz general para Colombia, que aún tiene que combatir al Eln y a las demás bacrim (...)

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