El pasado jueves publicamos en la primera página de este periódico una foto del aguacero fuerte que cayó sobre Cartagena el día anterior, donde se mostraba una calle del barrio San Isidro, que no solamente estaba cubierta de agua sino de basuras de toda clase provenientes del caño situado al lado, imagen que era el perfecto símbolo de la falta de responsabilidad y de civismo de algunos cartageneros, los cuales arrojan a los cuerpos de agua desperdicios de toda clase.
Es preciso, como lo dice la lógica y lo ha demostrado la experiencia de muchos años, que los caños y lagunas interiores de la ciudad estén libres de basura para evitar que con las lluvias torrenciales en ciertas épocas del año, se bloquee la circulación del agua, se desborde y se inunden los barrios en sus orillas, con graves consecuencias que cada vez son más desastrosas y más difíciles de mitigar.
La Administración distrital decidió destinar una cantidad aceptable de dinero para acometer una profunda limpieza de los numerosos caños a lo largo y ancho de la ciudad, pero lastimosamente el proceso de contratación se hizo demasiado tarde, de tal manera que se vino el invierno fuerte y tomó a todo el mundo sin preparación, es decir, con las basuras llenando plenamente los cuerpos de agua e impidiendo que puedan cumplir adecuadamente la función de desagüe para la cual fueron adaptados o ensanchados.
Las juntas comunales o asociaciones de vecinos, por otra parte, han hecho caso omiso de su obligación de convocar a sus comunidades a mantener activo el propósito de limpiar los caños que atraviesan su sector y contribuir a la educación cívica de cada habitante, con el fin de que ayuden a que no se arrojen desperdicios dentro de ellos, como mucha gente hace por facilismo y sin el menor espíritu solidario, considerando que el perjuicio es para todos.
Algunos sectores de la ciudad han mostrado más conciencia cívica y sus dirigentes comunitarios han logrado motivar a cada habitante, no sólo a no arrojar basuras a los caños, sino a participar en jornadas de limpieza en las cuales se ha logrado mantener a estos libres de desperdicios y aptos para que cuando se presenten los aguaceros, puedan servir para evacuar las aguas lluvias, y de esta forman dejen de ser un peligro para las familias residentes en sus alrededores. Infortunadamente, es un comportamiento minoritario, cuyo ejemplo no ha sido imitado por todos los otros barrios por los cuales atraviesan canales.
Ayer también publicamos en nuestra página web una serie de fotos de algunos otros canales de la ciudad, totalmente cubiertos de basuras y, lo que es más grave y peligroso para los habitantes de las zonas contiguas, de escombros. Es especialmente grave la situación del caño Pinzón, que atraviesa la avenida del Lago, en Pie de la Popa, cuya montaña de desperdicios está a punto de desbordarse sobre la vía.
Es preciso que el Gobierno local sea más oportuno y contundente para mantener limpios los canales y caños, y que la comunidad se responsabilice de su tarea de cuidarlos.
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